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El rescate de los bancos: a mitad de camino |
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| En una medida de desesperación para atacar la parálisis en el sistema bancario estadounidense, que hizo a los mercados accionarios surcar los cielos a finales de marzo, Tim Geithner, Secretario del Tesoro, detalló su propuesta para purgar la deuda tóxica de los balances generales de los bancos. De hecho, el esfuerzo por reclutar inversionistas privados para una campaña gubernamental de adquisición de los activos tóxicos de los bancos todavía es, en el mejor de los casos, medio plan.
Tal y como están las cosas, el Programa de Inversión Público-Privada del Sr. Geithner parece un dulce político y financiero falto de gracia y está lejos de ser la solución de mercado que el gobierno afirma que es. Su objetivo es comprar US$500 mil millones-US$1 millón de millones de préstamos y títulos valores difíciles de valuar que han inundado los balances generales de los bancos desde el colapso del mercado hipotecario de EUA en 2007.
La propuesta del Sr. Geithner es merecedora de una oportunidad, al menos porque, como cualquier líder en la cumbre del Grupo de los 20 a finales de marzo dijera, arreglar los bancos de EUA es una de las prioridades más urgentes del país y del mundo. No importa cuán de mal sabor sea el derrame de generosidad pública, una de las pocas maneras de ver si hay algo de valor residual en todo el desecho tóxico dejado en los libros de los bancos es inducir a alguien que lo compre. Sin un subsidio, hay muchas razones para que los inversionistas privados se retracten. Sobre todo, ellos no poseen las mismas ventajas informativas que el vendedor, quien está demasiado entusiasmado de liberarse de los peores activos en su balance general mientras que se aferra a lo bueno.
El problema está en que la propuesta tiene pocas esperanzas a menos que los bancos estén de acuerdo en vender los activos, y esa es la tarea inconclusa del Sr. Geithner: torcerles el brazo para que lo hagan. Muchos bancos valoran sus activos muy por encima de los precios en que se cotizarían en un mercado abierto (aunque sin liquidez). Ellos tienen incentivos para mantenerlos allí: mientras más bajo el precio, mayor capital necesitarán levantar; en estos tiempos de capital constreñido, eso quiere decir que los bancos están más cerca de la insolvencia.
Pero si EUA quiere evitar el destino de Japón en los años 90 – una década perdida de bancos zombis – es vital que los bancos se enfrenten a la realidad. El Sr. Geithner ya tiene lista una herramienta para eso, sobre la cual él ha estado misteriosamente callado últimamente: sus “tests de stress” para determinar si los bancos más grandes de EUA poseen suficiente capital. Hecho rigurosamente, un test de stress podría forzar a los bancos a sincerarse con respecto a sus balances generales y conducir a la forzada venta de activos al programa de activos tóxicos del gobierno. Si un banco no puede levantar el capital para compensar sus pérdidas, éste debe ser considerado insolvente y temporalmente nacionalizado. La propuesta del Sr. Geithner es parte de un proceso que podría conducir a más certeza –incluso sanadora– en el sistema bancario estadounidense. Pero sólo si él tiene la iniciativa de convertir su medio plan en uno completo.
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Este es el resumen del artículo "El rescate de los bancos: a mitad de camino" publicado en Marzo 28, 2009 en la revista The Economist.
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