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La burbuja de los biocombustibles | 
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| Reemplazar gran parte de la gasolina con biocombustibles obtenidos de plantas no comestibles puede cortar la dependencia del petróleo, crear miles de empleos y reducir el calentamiento global. En EUA, el Congreso ha decretado que en el 2022 el país debe estar usando 21 mil millones de galones de estos biocombustibles por año y está apoyando esta meta con facilidades de préstamos, subvenciones y expectativas de más apoyo a futuras cuentas de energía, lo que ha estimulado inversiones de más de US$3 mil millones y generado una nueva industria. Más de 200 compañías de todo tamaño y antigüedad están produciendo biocombustibles de nueva generación usando un amplio grupo de tecnologías, pero es una industria difícil y mientras se desarrolla, muchas podrían no sobrevivir. No hay garantía de lograr el nivel exigido para el 2010, de 100 millones de galones de estos nuevos biocombustibles y se ve como improbable la meta para el 2022.
Estos combustibles se producirán y jugarán su papel contra el cambio climático, pero más lentamente de lo que se espera, y los probables ganadores serán los de mayor capital y paciencia. El exceso de tecnologías innovadoras que han surgido en ese campo, a medida que los que empiezan se derrumben, irán cayendo en manos de las grandes compañías. Y al aumentar la producción, crecerá la demanda de la materia prima, hoy barata, y con ella, su precio. También bajará la demanda de gasolina, y con ésta a menor precio, los biocombustibles se harán menos competitivos. Se requiere un paso político adicional: elevar el costo de los combustibles fósiles o limitar las emisiones de dióxido de carbono. Pero los biocombustibles existen porque implican determinados objetivos políticos y la política gubernamental puede ser inconstante.
El primer desafío es cosechar la suficiente celulosa. Unos optan por las algas, otros consideran materiales no alimentarios y baratos como la basura o exploran el hacer crecer cosechas energéticas en los bosques. Grandes recursos financieros y paciencia serán esenciales también para llevar esas enormes cantidades de celulosa a combustible líquido y hay una gran variedad de tecnologías posibles. Para que la molécula de celulosa se desdoble en dos de azúcar, puede usarse calor, ácido, enzimas artificiales, microbios o catalizadores minerales. Imposible saber hoy cuál tecnología llegará a la cima. Hay procesos que funcionan bien a nivel de laboratorio pero no a escala comercial. Los pequeños “jugadores” tecnológicos al final tendrán que unirse a alguien más.
Ya está ocurriendo un viraje en el poder hacia la industria petrolera, pero ésta no será por siempre partidaria del etanol. Mucha de la gasolina en EUA hoy lo contiene en un 10%, lo que funciona bien en los actuales autos y camiones, pero a los fabricantes les preocupa que niveles más altos dañen los motores y anulen las garantías de los vehículos que usen mezclas más ricas. Con el actual nivel de consumo de gasolina por año, el mercado total para cualquier etanol tiene un fuerte límite. De ahí el creciente interés en nuevos biocombustibles, más compatibles con las refinerías, líneas de producción y vehículos actuales. A largo plazo, la respuesta no parece estar en el etanol, ni en las pequeñas compañías que se inician. Algunas de sus tecnologías podrían jugar un papel, pero al final sólo sobrevivirán las compañías de la industria petrolera.
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Este es el resumen del artículo "La burbuja de los biocombustibles" publicado en Abril 27, 2009 en la revista Business Week.
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