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¿Un rayo de esperanza? |
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| La recesión empeoró más de lo esperado, debido al pánico y la desesperación, pero ahora la confianza global es cada vez mayor. Los precios de las acciones suben de manera repentina. Diferentes indicadores de la economía de distintas partes del mundo han comenzado a resplandecer. La economía de China se está reactivando. La crisis de producción mundial parece estar disminuyendo. Pareciera que un círculo virtuoso podría sacar a la economía de la profunda depresión haciendo girar otra vez las ruedas de las finanzas para que los consumidores optimistas abran sus billeteras y las empresas pasen de acumular dinero a buscar ganancias.
Pero este optimismo tiene dos lados: el obvio que muestra que los indicios de esperanza se están malinterpretando (sólo revelan que los índices de decrecimiento se están ralentizando) y el sutil que genera complacencias ruinosas. El optimismo es una cosa, pero la interpretación de una fuerte recuperación es otra, y eso podría impedir el restablecimiento de la economía y bloquear las políticas de protección contra recaídas más profundas. Es probable que otras dos depresiones afecten la economía por mucho tiempo más: la crisis bancaria (la más importante) y la crisis del mundo emergente en el que los inversores no tienen confianza.
La historia ha demostrado que este tipo de recesiones son largas y las recuperaciones consecuentes son débiles. Aunque este colapso haya sido contrarrestado por la respuesta política más ambiciosa conocida para aliviar la economía y los mercados de crédito, sería un error confundir una economía sobreviviendo con una recuperación duradera. En muchos sentidos, los peores días están por venir y aún no se avista una verdadera recuperación. Los índices de desempleo siguen en aumento. El crecimiento, cuando se produzca, aún será demasiado débil para detener el incremento del desempleo. Durante años, la mayoría de las economías del mundo dependerá de sus gobiernos.
Los políticos deben abrir un espacio para cambiar rumbos en el futuro. Todos los gobiernos deben pensar cómo pueden reducir la magnitud de sus deudas en el mediano plazo sin que necesariamente tengan que aumentar los impuestos. Las medidas deben ser cautelosas para no detener la incipiente demanda privada. No hay tiempo para celebrar el aumento de la confianza. La peor crisis global desde La Gran Depresión aún está lejos de su fin. Queda mucho trabajo por delante.
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Este es el resumen del artículo "¿Un rayo de esperanza?" publicado en Abril 25, 2009 en la revista The Economist.
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