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La amenaza de una pandemia | 
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| El mundo no ha tenido una pandemia de influenza desde 1968, pero los mandamases de la salud global se pasaron los últimos 10 años temiendo una mutación que convertiría en mundial la gripe aviar que apareció en Hong Kong en 1997, y que incidiría primero en el sur de China o el Sudeste de Asia. Pero una nueva gripe se inició en un cerdo desconocido y el ataque sobrevino en México. El 29 de abril, la nueva epidemia se había elevado a sólo un grado por debajo del nivel de pandemia de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Buscando detenerla, el presidente de México, Felipe Calderón, ordenó cerrar los servicios no esenciales del 1 al 5 de mayo y que la gente se quedara en casa. Hasta ahora, no ha matado a muchos y aun si las estadísticas no fueran confiables, un par de cientos de muertes no se pueden comparar con las 30,000 que causa cada año la influenza estacional.
Es temprano para calcular su gravedad. No se sabe cuan diseminado está el virus en México. Si fuera ubicuo, y no hubiera sido detectado antes porque emergió durante la estación de gripe normal, podría tornarse insignificante; pero si la nueva cepa es relativamente rara, o una mutación más peligrosa de un virus débil, el número de víctimas mortales se agudizará a medida que la enfermedad se disemine. Fue acertado dar la alarma roja. Las pandemias de influenza parecen surgir cada pocas décadas y matan en el orden de los millones. Aun las que comienzan débilmente pueden volverse peligrosas, cuando el virus muta de forma que pueda saltar a otra especie, en la que se torna más mortífero. El VIH vivió apaciblemente en los chimpancés antes de convertirse en el azote de las personas. En México, dos virus de los cerdos, que pueden infectar a la gente pero que raramente pasan de persona a persona, se recombinaron para crear uno que sí lo hace con facilidad.
Tiene sentido invertir dinero y esfuerzos en contener la nueva infección aun cuando parezca tornarse inofensiva. Mientras más personas tengan el virus, más posibilidades habrá de que ocurra la fatal mutación. Además, las nuevas drogas antivirales parecen ser efectivas contra la epidemia actual, pero la selección natural es poderosa, y si tuvieran que usarse ampliamente, podría surgir una cepa resistente. Hay que prepararse para lo peor. La gripe tiende a ser estacional y probablemente decrecerá en el norte y enfilará hacia el sur, que entra en el invierno. Tendría sentido poner a trabajar horas extras a las fábricas de antivirales de inmediato, y tratar de desarrollar, fabricar y distribuir una vacuna.
Y hay que mejorar el sistema de chequeo para nuevas enfermedades. Todo el mundo observaba a Asia y nadie a México. La determinación de secuencias genéticas se hace barata y rutinaria, y es posible detectar mutaciones peligrosas rápidamente, enviando muestras desde las consultas de los médicos a un laboratorio central dedicado a secuenciar, aun cuando no se sospeche nada raro, y esto requiere organización y dinero. Si esto hubiera sido así en México, se habría podido anticipar lo sucedido. Se impone una prevención activa. Los estrategas políticos deben dedicarse a fortalecer las defensas del mundo, almacenando medicina antiviral y haciendo vacunas, pues, aun cuando el virus se torne menos amenazante, es sólo cuestión de tiempo que uno más mortal aparezca. Una intensa preparación hoy, ayudará a ahorrar millones de vidas en el futuro.
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Este es el resumen del artículo "La amenaza de una pandemia" publicado en Mayo 2, 2009 en la revista The Economist.
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