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Persiguiendo el sueño |
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| Algunos estudios sugieren que en promedio, la gente de América, Europa y Japón no está más satisfecha con su ingreso que lo que estaba en los años cincuenta; esto resulta curioso porque, en cualquiera de las épocas, la gente rica dice que es más feliz que la gente de menores recursos. La paradoja parece estar en que si una persona se vuelve rica, se hace más feliz, pero cuando la sociedad como un todo aumenta su riqueza, nadie parece estar contento.
En los últimos años, para los economistas, este estudio de la felicidad se ha vuelto muy atractivo; algunos han llegado a la conclusión de que el problema estriba en que las personas se habitúan rápidamente a cambios o nuevos estándares de vida, por lo que las mejoras crean una felicidad momentánea que se pierde rápidamente.
Una segunda razón de por qué el dinero no hace automáticamente feliz a las personas es que éstas siempre comparan su patrimonio con el de los demás. Aún peor, el trabajo arduo, con el objetivo de poder adquirir bienes materiales, podría terminar haciendo infelices a las personas si éstas no pueden disfrutar de tiempo libre. De allí que las sociedades desarrolladas podrían tender a trabajar esforzadamente para lograr más bienes materiales y disponer de muy poco tiempo libre.
El experto Richard Layard, autor de “Happiness: Has Social Science a Clue?” (Felicidad: ¿tiene la ciencia social alguna idea?) expone que si la meta de los gobiernos es aumentar al máximo el bienestar de la sociedad, los sistemas impositivos desvían la alternativa entre el ocio y el ingreso. En Estados Unidos, a los trabajadores se les permite mantener más del ingreso del trabajo de horas extras. Muchos piensan que esta es la razón por la cual los norteamericanos trabajan más horas que los europeos. En las últimas décadas ha aumentado el promedio de horas trabajadas en Norteamérica, mientras que ha decaído en Europa. En este contienen los altos impuestos han minado el ánimo competitivo de los ciudadanos.
Layard sugiere un punto de vista alternativo, no es que los europeos trabajen poco sino que los americanos trabajan demasiado impulsados por un mayor ingreso en lugar del entretenimiento; mientras que los altos impuestos en Europa estimulan a los trabajadores a escoger más tiempo libre que trabajo. El desarrollo económico norteamericano es superior si se juzga sólo por el PIB, pero este indicador no es muy confiable para medir el bienestar de la población. La felicidad requiere disfrute tanto como consumo material.
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Este es el resumen del artículo "Persiguiendo el sueño" publicado en Agosto 09, 2003 en la revista The Economist.
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