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Aguantando juntos |
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| La primera alusión sobre una moneda única aparece en una cláusula del Single European Act, acuerdo que contemplaba desmantelar las barreras al comercio interno a fines del 1992. En 1991, en Maastricht, Holanda, se redactó un plan para una Unión Monetaria y Económica (UME) como parte de un nuevo tratado de la UE, a ser ratificado por los estados miembros más tarde. Un comité ejecutivo de los bancos centrales de la UE, liderado por Jacques Delors (entonces presidente de la Comisión Europea), encargado en 1988 de estudiar la factibilidad de la unión monetaria, dio su aprobación, concluyendo que la UME funcionaría si se mantenía alejada de los políticos, quedando su control en manos de un banco central europeo. Para prevenir los desbalances en el comercio, aconsejaba reformas para flexibilizar precios y sueldos y hacer a los trabajadores y el capital más movibles.
El 1º de enero de 1999 las monedas de 11 países fueron fijadas contra el euro, la nueva unidad de cálculo en los mercados financieros extensivos. En el 2002, sus billetes y monedas sustituyeron a los viejos papeles moneda. Desde su lanzamiento, 5 países más se han unido a la zona del euro. En un experimento único, 16 países con una población combinada de 329 millones han cedido su soberanía monetaria a una entidad independiente de las políticas nacionales: el Banco Central Europeo (BCE). Hasta ahora ha funcionado bastante bien, cumpliendo su cometido de mantener el poder de compra del euro. Desde su creación, el promedio de la tasa de inflación en la zona ha estado apenas por encima de 2%, desechando los temores de que el euro resultara una moneda “blanda”.
Hasta la fecha, la nueva moneda no ha traído más prosperidad ni mayor unión política. Se han creado más puestos de trabajo, pero la productividad crece más lentamente, dejando la tasa de crecimiento de la región más o menos igual que antes de la UEM. El euro se ha establecido como una moneda mundial sin llegar a afectar el status del dólar. Alemania, la economía más grande de la zona del euro, estuvo en un bache en los primeros años, pero luego consiguió levantarse, mientras que España, Grecia e Irlanda, han mostrado más dinamismo y disfrutado de un auge del consumo.
Todo parecía bien hasta que la actual crisis financiera golpeó, mostrando los desequilibrios acumulados al interior de la zona euro. El enorme superávit en la cuenta corriente de Alemania se corresponde con grandes déficits en algunos países del Mediterráneo y queda pendiente la forma de resolver esto. La crisis financiera es la mayor prueba hasta la fecha para la zona y demostrará si un tan dispar grupo de países podrá seguir compartiendo la política monetaria. Una pregunta es si la crisis económica impulsará la reforma y atraerá más miembros al club o, si por el contrario, algunos lo abandonarán. La otra duda es si en el largo plazo, la zona monetaria multinacional necesitará una mayor unión política para funcionar correctamente.
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Este es el resumen del artículo "Aguantando juntos" publicado en Junio 13, 2009 en la revista The Economist.
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