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Qué falló con las ciencias económicas



Revista: The Economist
Tema: Economía
Fecha: Julio 18, 2009
De todas las burbujas económicas que han explotado, ninguna lo ha hecho más espectacularmente que la reputación de los mismos economistas. Hace unos años, la llamada “ciencia lúgubre” era reconocida por su capacidad de explicar cada vez más tipos de comportamiento humano: desde el narcotráfico hasta la pelea de sumo. Wall Street saqueó las mejores universidades en busca de los expertos en teoría de juego y modelos matemáticos. Todo el mundo consideraba que los economistas eran más confiables que los políticos. Pero debido a la mayor calamidad económica en 80 años, dicha reputación se ha venido muy a menos. Si bien es cierto que los economistas continúan en el centro del debate político, sus opiniones son vistas con más escepticismo que antes. Según Paul Krugman, ganador del premio Nobel de economía en 2008, buena parte de la teoría macroeconómica de los últimos 30 años es, “en el mejor de los casos, inútil, y en el peor, peligrosa”.

Pero este escepticismo ha llegado demasiado lejos. Si bien la ignorancia llevó a inversionistas y políticos a exagerar las virtudes de la economía, ahora no les permite ver los beneficios de la misma. La economía no es tanto un credo cuanto un prisma que permite entender el mundo. Consiste en un conjunto muy amplio de teorías que van desde explicar cómo se determinan los precios hasta cómo crecen las economías. Buena parte de este cuerpo de conocimientos no tiene relación alguna con la crisis financiera y sigue siendo útil como siempre. Por tanto, la economía en su conjunto y el paradigma del libre mercado se merecen una vigorosa defensa. Hay demasiada gente, sobre todo en Europa, que asocia los errores de los economistas con el fracaso del liberalismo económico. Según esta lógica, si los economistas se equivocaron, los políticos lo harán mejor. Esta es una conclusión falsa y muy peligrosa.

A pesar de lo antes dicho, nos debemos dejar de lado el hecho de que dos áreas centrales de la disciplina económica (la macroeconomía y la economía financiera) están siendo revisadas actualmente. Hay tres críticas fundamentales: 1) tanto la macroeconomía como la economía financiera causaron la crisis, 2) no lograron pronosticarla y 3) no tienen idea de cómo revertirla. La primera acusación es cierta en alguna medida. La macroeconomía, sobre todo en los bancos centrales, estaba demasiado ocupada en doblegar la inflación sin tomar en cuenta las burbujas. Mientras tanto, la economía financiera creaba teorías formales sobre la eficiencia de los mercados y azuzaba así la idea de que estos se regularían por sí mismos. Los instrumentos más esotéricos de Wall Street fueron creados sobre la base de esta idea.

La acusación de que la mayoría de los economistas no fue capaz de prever la crisis también tiene cierto fundamento. Aún así, hubo algunos que advirtieron los problemas. Por ejemplo: Robert Shiller, de Yale, y Nouriel Roubini, de la Universidad de Nueva York. Pero la mayoría de los economistas fueron tomados por sorpresa. Incluso los que sentían que algo andaba mal no sabían qué tan severas serían las consecuencias. Y, ¿qué podemos decir de la tercera acusación? ¿Cómo podemos resolver esta crisis? La crisis financiera ha erosionado el frágil consenso que había entre puristas y keynesianos en cuanto a que la política monetaria era el mejor modo de echar a andar el ciclo comercial. En la mayoría de los países, las tasas de interés a corto plazo están por los suelos. Además, las políticas monetarias no funcionan tan bien en una crisis bancaria. Así pues, dado que el piso común que tenían ya es inútil, ambas partes han regresado a sus raíces sin tomar en cuenta las ideas del campo contrario. Los keynesianos están apoyando un estímulo fiscal sin mayores críticas. En cambio, los puristas se oponen completamente al mismo. Esta cacofonía pone aún más de relieve la impotencia de la economía en cuanto disciplina. Pero se requiere de un gran cambio de mentalidad. Los economistas deben ver más allá de sus especializaciones: los macroeconomistas deben entender de finanzas, y los profesores de finanzas deben pensar más en el contexto en que funciona el mercado, pues los economistas son científicos sociales, que tratan de entender el mundo real. Y esta crisis financiera ha cambiando dicho mundo.




Este es el resumen del artículo "Qué falló con las ciencias económicas" publicado en Julio 18, 2009 en la revista The Economist.

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