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¿Cuales políticas antipobreza funcionan? J-PAL tiene las respuestas | 
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| Cada año, los países en desarrollo reciben miles de millones de dólares de ayuda, pero la pobreza continúa y es obvio que la mayor parte de ese dinero no está siendo bien usada. El Jameel Poverty Action Lab (J-PAL) es una red global de investigadores que con un presupuesto de apenas US$ 10 millones, están triunfando, en gran parte, usando a los más pobres del mundo como sujetos de experimentos en la vida real, aplicando las técnicas de ensayo clínico que son estándares en la medicina, pero raramente usadas en lo económico. Los datos recopilados por ellos han cambiado la forma como los líderes de algunas de las más grandes entidades benéficas y gobiernos ayudan a los pobres. Han ayudado colectivamente a 30 millones de personas y sus esperanzas siguen tan grandes como el propio problema de la pobreza en sí.
J-PAL es un amplio club de profesores, cuya la membresía (limitada a quienes investigan sobre la pobreza) es sólo por invitación. El laboratorio actúa como enlace (entre sus propios investigadores y entre ellos y organizaciones externas que busquen colaboradores académicos), y como centro de recolección e intercambio de información para la investigación económica, logrando que el trabajo de sus miembros, en conjunto, sea más que una mera suma de sus partes. Hasta ahora, sus 31 investigadores afiliados han completado unos 70 proyectos en 30 naciones, y a menudo sus hallazgos han cambiado la sabiduría tradicional sobre el desarrollo. Sus líderes no se creen los más inteligentes, pero saben que tienen los mejores datos en una época en que todos los están buscando.
El J-PAL colabora hoy con importantes fundaciones de trabajo internacional de EUA; con muchas de las organizaciones multilaterales más prominentes, y con varios gobiernos. Ha entrenado también a docenas de ONG para llevar a cabo sus propios experimentos. Y no solo son los únicos economistas haciendo ensayos aleatorios controlados, sino que han convertido al J-PAL en una marca global. Respecto a qué tan ético es experimentar con los pobres, sostienen que tomándose las debidas precauciones, lo antiético sería no hacerlo, si puede ayudar a mejorar la vida de la gente. Varios economistas de renombre cuestionan el enfoque aleatorio controlado, alegando que es difícil de generalizar y rechazan a los apologistas del J-PAL, que lo ven como el único camino para investigar la pobreza. Sugieren seguir refinando el trabajo para que cada generación de experimentos esté mejor diseñada y sea más abarcadora que la anterior.
La mayoría de los estudios de J-PAL tiene un enfoque estrecho, pues prefieren contestar pequeñas preguntas, que al ser sumadas, puedan producir grandes efectos. De hecho, componen el efecto de cada uno de los estudios, combinándolos para mostrar pruebas múltiples de una hipótesis. Entre sus hallazgos más cruciales está el que los bajos costos y los pequeños incentivos tienen grandes efectos en las acciones de la gente, más aún en prevención de salud, lo que cuestiona directamente la forma en que gastamos el dinero en el mundo en desarrollo. Aun así, los líderes de J-PAL son cautelosos al hacer proyecciones. Creen que el cambio será construido meticulosamente: una pieza por cada pequeña pieza. La inmensa mayoría de los niños pobres de África no llegarán a ser un Bill Gates, ni siquiera serán ricos, tal vez ni crucen la línea de la pobreza. Pero el moverse en esa dirección, ya es una mejora importante. Y nada de eso será aleatorio.
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Este es el resumen del artículo "¿Cuales políticas antipobreza funcionan? J-PAL tiene las respuestas" publicado en Diciembre 2009 en la revista Fast Company.
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