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Ayatollahs en el patio trasero |
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| ¿Cómo debería usted lidiar con los líderes electos que miran a sus oponentes domésticos como agentes de poderes extranjeros y ocasionalmente sueñan con invadir a sus vecinos? Brasil posee cierta experiencia con respecto a este asunto tras los diez años de presidencia de Hugo Chávez en Venezuela. Su respuesta siempre ha sido simple: abrácelos con fuerza. Ese acercamiento fue desarrollado un poco más cuando el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, fuera recibido en Brasilia por motivo de una visita oficial a principios de diciembre.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ofreció apoyo al trabajo de Irán en tecnología nuclear para fines (supuestamente) pacíficos. Él además habló sobre el derecho de Israel de permanecer justamente donde está localizado en el mapa, coexistiendo con un estado palestino. En las afueras, manifestantes ondearon carteles recordándole al Sr. Ahmadinejad que el holocausto ciertamente había tomado lugar y que un debate sobre las políticas exteriores de Brasil comenzaba a arder.
Farideh Farhi del Woodrow Wilson Centre, un comité asesor en Washington, D.C., dice que Irán se ha mudado al patio trasero de Norteamérica como un “medio para sacudirla, o al menos de hacerse entender”. Los instrumentos de esta política han ido desde hacer automóviles “anticapitalistas” en Venezuela hasta producir programas de noticias y documentales para la TV boliviana, indudablemente para dar una visión justa y equilibrada del Gran Satán. Han existido además diversas maniobras en cuanto a finanzas comerciales entre Irán y Ecuador, Nicaragua, Bolivia y Venezuela.
Los frutos de esta política han incluido hasta ahora apoyo por parte de Venezuela y Cuba con una votación en la Agencia Internacional de Energía Atómica sobre el programa nuclear de Irán en 2006 (Siria fue el único otro país en ofrecer apoyo). Más importante para el Sr. Ahmadinejad es que sus visitas a América Latina le están dando impulso en un momento en el que él no está siendo bienvenido en muchos países, así como por la presión que se encuentra recibiendo en casa tras su reñida reelección en junio.
Previamente antes de su visita a Brasil, Irán había hecho poco progreso con las economías más grandes de la región. A México no le interesan los avances de Irán. Colombia toma un robusto acercamiento hacia los países acusados de colaborar con terroristas. Argentina tiene frías relaciones con Irán que datan desde los todavía no resueltos atentados con explosivos en la embajada israelí y un centro comunitario judío en Buenos Aires en los años 90. Por eso el viaje a Brasil fue tan significativo. Para Irán, una visita oficial a Brasil vale diez veces más que una a Venezuela.
El gobierno de EUA permaneció callado ante el asunto de la visita del presidente Ahmadinejad a Brasil. Pero su molestia al ver al líder iraní tan cálidamente arraigado en su patio trasero puede ser aplacada por el pensamiento de que al menos existe una línea de comunicación abierta, vía Brasilia, hacia Teherán.
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Este es el resumen del artículo "Ayatollahs en el patio trasero" publicado en Noviembre 28, 2009 en la revista The Economist.
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