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Piñera promete galopar



Revista: The Economist
Tema: Negocios en Chile
Fecha: Enero 23, 2010
Cuando la coalición centroizquierdista de la Concertación ganó el poder hace 20 años, su victoria memorable significó el fin de la dictadura de Pinochet y el restablecimiento de la democracia. Cuando finalmente perdió la presidencia durante la segunda vuelta electoral a mediados de enero, su derrota parecía casi prosaica. Sebastián Piñera, un acaudalado hombre de negocios y economista, ganó el 51,6% de los votos para la oposición conservadora, derrotando con escaso margen a Eduardo Frei de la Concertación. Pero el Sr. Piñera fue elegido con menos votos (sólo el 43% del electorado) que cualquier presidente desde 1990. Muchos de los votantes de la Concertación simplemente se quedaron en casa.

Así que Chile no se ha mudado radicalmente a la derecha, sino que se ha cansado de la Concertación. Eso es en parte a un tributo de los logros de la coalición. Así como una elevada prosperidad –desde 1990 el ingreso per cápita se ha casi triplicado en términos de poder adquisitivo a US$14.299– éstos incluyen estabilidad política y algunas instituciones democráticas fuertes. Los chilenos gradualmente han dado todo esto por sentado. Eso los ha hecho menos susceptibles a la afirmación de la campaña de Concertación que dice “no da lo mismo [quién gobierna]”.

Además, el Sr. Frei fue un pobre candidato. Él fue conocido por un rival como “el moái parlanchín (como las ensombrecidas estatuas de la Isla de Pascua, un territorio chileno) debido a su funesto rostro y apática manera de ser. Siendo un ex presidente (1994-2000), él se las arregló para personificar el fracaso de los líderes veteranos para abrirle paso a talentos más jóvenes. En contraste, el Sr. Piñera exuda energía fresca.

El Sr. Piñera es un antiguo senador del Partido Nacional Renovador, el más pequeño y más liberal de los partidos centroderechistas. A él le gustaría mudar su coalición al centro, no sólo deshaciendo sus persistentes lazos con la dictadura sino además el extremo conservacionismo de su aliado de coalición, la Unión Democrática Independiente. En efecto, él hizo un llamado a sus derrotados oponentes para que se unan a lo que él desea como gobierno de unidad nacional. “No hay tiempo que perder, tenemos que comenzar a galopar”, dice Piñera, quien tendrá que gobernar sin una mayoría en un congreso casi dividido. Pero tendrá un poderoso apoyo de los medios de comunicación, los cuales muchos de ellos eran hostiles con la Concertación.

Algunas de sus promesas, como la de crear un millón de nuevos empleos dentro de una fuerza laboral de 7,3 millones, tomarán tiempo. El Sr. Piñera es un hombre impaciente que tiene el hábito de dar carreras entre reuniones (y de no prestarle mucha atención a los demás). Si el progreso es más lento de lo que prometió, él podría estar tentado a debilitar a la afamada disciplina fiscal de Chile. Piñera heredará US$16 mil millones guardados en fondos en el extranjero de gobiernos de la Concertación cuando los precios del cobre estaban altos. Un gran cambio puede llegar de las relaciones de Chile en América Latina. Michelle Bachelet, la presidente saliente, era íntima del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. El Sr. Piñera es amistoso con el líder conservador colombiano, Álvaro Uribe.

Un “baño de sangre” de recriminación comenzará para la Concertación, así como lo expresa uno de sus líderes. Su fracaso en sostener unas primarias incitó a la división, con jóvenes congresistas disidentes apoderándose del 20% de los votos en la primera ronda de las elecciones en diciembre. El sistema electoral chileno, en el cual los distritos de dos asientos obligan a los partidos a convertirse en dos amplias coaliciones, provee de un poderoso incentivo para que la Concertación se reinvente a sí misma bajo un liderazgo joven. Pero eso llevará tiempo. Entretanto, Chile pronto descubrirá por cuánto cambio ha optado.




Este es el resumen del artículo "Piñera promete galopar" publicado en Enero 23, 2010 en la revista The Economist.

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