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La lección de Chile en banca magra |
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| Los bancos del mundo en desarrollo están trabajando arduamente para bajar sus costos. Buena parte de su esfuerzo está orientado a fusiones y adquisiciones, para capturar economías de escala de su staff, tecnologías de información y funciones de back-office. Algunas instituciones más pequeñas han empleado procesos más eficientes para emular o incluso ganarle a competidores más grandes.
El PIB per cápita en mercados emergentes es mucho menor, por tanto los clientes promedio generan substancialmente menos ingresos para sus bancos y resultan más costosos a la hora de ofrecerles el servicio. Adicionalmente, la mayoría de los bancos en los mercados emergentes todavía procesan las transacciones a mano, lo que resulta en una tarea cara. Los bancos de pequeños mercados emergentes tienen pocas posibilidades de fusiones y adquisiciones; no les queda otra posibilidad que innovar.
Los bancos chilenos han probado que la eficiencia en costos de clase mundial es posible en mercados emergentes. Con sólo 15 millones de habitantes, Chile es el país latinoamericano menos populoso, pero en el 2001 sus cinco bancos más grandes tuvieron un promedio de costo-a-ingresos de 59%, mucho mejor que los cinco principales de Brasil y mejor que muchas instituciones bancarias de Estados Unidos.
Los bancos chilenos quieren alcanzar la eficiencia en costos mediante innovadores formatos de agencias, el outsourcing extensivo y procesos magros de crédito. Estas tres herramientas no son únicas, pero los bancos chilenos han mostrado cómo adaptarse para servir a los segmentos de bajo ingreso.
Los bancos han transformado radicalmente sus redes tradicionales de sucursales. Los nuevos formatos incluyen oficinas especializadas donde brindan créditos de altos intereses al mercado de bajos ingresos. Para las transacciones básicas usan Servipag, una red de pagos formada en parte por la obligación de la ley de proveer a clientes y no clientes por igual con servicios como pagos de facturas de servicios, impuestos, cheques. Muchas de estas actividades son delegadas a una red de especialistas en locales más pequeños atendidos por personal de menor nivel, reduciendo sus costos de personal e infraestructura.
El outsourcing también ha probado ser una solución al problema del procesamiento de cheques. Este proceso consume mucho tiempo en los países latinoamericanos, y es muy propenso a cheques devueltos; esto resulta un verdadero dolor de cabeza para los bancos. Además, en Chile, tienen un problema de escala: procesan sólo 25 millones de cheques mensualmente comparados por ejemplo con los bancos de Brasil, que procesan 440 millones por mes. Pero usando dos especialistas de procesamiento de cheques con sistemas estandarizados, los bancos chilenos se mueven hacia la ventaja de sus colegas brasileños: los costos unitarios han bajado drásticamente. Algunas instituciones han optado la medida para casi la mitad de sus operaciones incluyendo compra, procesamiento de tarjetas de crédito, transporte de dinero, gerencia de centros de datos y desarrollo y mantenimiento de software.
La experiencia de los bancos chilenos estimula a otras instituciones pequeñas de esta naturaleza en mercados emergentes, donde la de-regulación invita a la competencia foránea, mientras la estabilidad económica con sus bajas tasas de interés disminuye los márgenes.
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Este es el resumen del artículo "La lección de Chile en banca magra" publicado en 3er trim 2003 en la revista McKinsey Quarterly.
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