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Lecciones del derrame |
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| Los restos de la plataforma petrolera Deepwater Horizon se encuentran bajo una milla de agua del Golfo. Once tripulantes están desaparecidos, y del último pozo perforado (Macondo) se han derramado unos 3 millones de galones de petróleo, según el último estimado. Si el derrame llegara a la costa, podría destruir las zonas de reproducción de incontables especies y dañar algunas de las zonas de pesca de pescado y camarones más productivas del mundo. Si los esfuerzos para sellar el pozo no son exitosos, podría llegar a ser el peor desastre ambiental en la historia de EUA. El Deepwater Horizon explotó el 20 de abril, justo cuando el presidente Barack Obama y otros líderes demócratas dieron luz verde a la expansión de la excavación petrolera en mar abierto. La cantidad de petróleo bombeada en el Golfo ha crecido a medida que las plataformas petroleras se mueven hacia aguas más profundas y se ha mantenido razonablemente limpia, siendo los derrames serios muy poco frecuentes gracias a equipos de alta tecnología como los “preventores de derrames”, diseñados para cerrar los pozos cuando las presiones se salen de control.
El Servicio federal de Administración de Minerales (MMS) estaba tan confiado, que dejó exento a BP de declarar sobre el impacto ambiental de las operaciones en Macondo; nunca implementó los estudios realizados sobre formas creativas de lidiar con derrames masivos, y promulgó reglas, dejando que la industria petrolera las obedeciera solo voluntariamente. La crisis de Deepwater Horizon ha desviado la política, desde buscar oportunidades, a evitar riesgos. El gobierno anunció una revisión de seguridad de 30 días. En último caso, no importa cuantas medidas de seguridad se tomen, estas perforaciones del fondo oceánico nunca serán 100% seguras y continuarán hasta que la sociedad se destete de los hidrocarburos. BP y sus contratados conocían otras formas de defensa, y optaron por no utilizarlas. Tony Hayward, CEO de BP, dice que futuro de la excavación petrolera en mar abierto depende de cuan exitosa sea la respuesta de la empresa. Si logra minimizar el impacto ambiental, habrá un debate. Si el impacto ambiental fuera serio, habrá que despedirse de la excavación petrolera en mar abierto.
El accidente de Deepwater Horizon ocurrió en la etapa final del trabajo con el pozo, cuando la tripulación se preparaba para ponerle un sello temporal y mudarse a otro sitio. Aún no se conocen las circunstancias exactas, pero está claro que el gas sometido a presión pudo filtrarse hacia arriba, porque el sello era imperfecto. La última línea de defensa en un pozo bajo el mar: el preventor de derrames, falló por razones aún desconocidas. Tampoco tuvieron éxito los robots submarinos que BP envió al día siguiente. La compañía está construyendo un embudo de acero de cuatro pisos de altura que tratará de bajar sobre el más serio de los tres escapes y que si fuera exitoso, podría redirigir el 85% del flujo de petróleo. El 5 de mayo, se logró detener el más pequeño de los escapes. A medida que el derrame se extiende, BP ha reunido al menos nueve aviones y cientos de barcos para limpiar la zona y opera desde su base logística para el Golfo, en Houma, apoyada por la Guardia Costera de EUA y otras petroleras como la ExxonMobil.
Hayward insiste en que el accidente fue culpa de la compañía perforadora, Transocean, y no de BP. La industria y sus reguladores tendrán que revisar su forma de operar y las pesquisas de este desastre podrían encontrar que la complacencia jugó un papel crucial. Una de las razones para esta complacencia es que los propios estadísticos de MMS nunca previeron la posibilidad de un derrame serio y sus críticos lo han catalogado repetidamente como cautivo de las compañías que regula. Pero aun con MMS como su protector, BP se manifestó opuesta a nuevas reglas dictadas para reducir el riesgo de lesiones y derrames. El mayor dilema es si el derrame de Macondo fue un fallo en un sistema seguro o una indicación de que vendrán más problemas. Hasta ahora, Obama no ha vetado la expansión de la excavación petrolera en mar abierto y se está usando la revisión de seguridad de 30 días para precisar reglas que la hagan más segura y, quizás, rescatar el delicado compromiso entre más perforaciones, y mayores esfuerzos por la energía limpia y contra el calentamiento global. Pero es probable que la crisis fragmente aún más a un Congreso ya bastante escéptico.
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Este es el resumen del artículo "Lecciones del derrame" publicado en Mayo 10, 2010 en la revista Business Week.
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