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Y el hombre hizo la vida |
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| En la psiquis humana está profundamente arraigada la idea de que la vida es más que la suma de átomos moviéndose y reaccionando entre ellos, que está infundida con la chispa divina, que es prerrogativa de dioses. Puede ser chocante entonces que meros mortales hayan creado ahora vida artificial. Craig Venter y Hamilton Smith, los dos biólogos americanos que desarrollaron la primera secuencia de ADN de un organismo vivo en 1995, han hecho una bacteria que tiene un genoma artificial, creando una criatura viviente sin antepasado. Aunque solo el ADN de la nueva bestia ha sido realmente fabricado en un laboratorio (los investigadores tuvieron que usar el carapacho de un bicho ya existente para obtener el ADN para eso), un hito ha sido alcanzado: un mundo en que nuevas bacterias son diseñadas (y eventualmente nuevos animales y plantas) en una computadora y después desarrolladas a la orden.
La biología sintética (nombre de la tecnología que proclama esto) promete mejores drogas, cosechas con menor necesidad de agua, combustibles más verdes, una industria química rejuvenecida, y quién sabe a largo plazo qué maravillas puedan ser desarrolladas. La vida artificial parece algo maravilloso, aunque para muchos una mejor palabra sería “manipulación” y no “creación”. Se preguntan si la arrogancia de los científicos traerá a su tiempo una Némesis, o qué horrores podrán salir reptando de los frascos de los laboratorios. Estas preguntas no están fuera de lugar. La nueva ciencia biológica tiene un potencial para hacer, tanto mucho daño, como mucho bien. “Depredador” y “enfermedad” son parte del vocabulario biológico, tanto como “cultivar” y “crecer". Pero aquí está, crear vida ya no es prerrogativa de dioses. Pasará un tiempo antes de que las formas vivientes puedan ser diseñadas rutinariamente en una
laptop, pero eso llegará.
Desde el completamiento del Proyecto del Genoma Humano, dos eventos relacionados lo hacen casi inevitable. Uno, el extraordinario aumento en la velocidad y caída del costo del análisis de secuencias de ADN que codifican el “software” natural de la vida. Estos genomas son la materia prima de la biología sintética. Primero, bridarán la forma de entender cómo trabaja la biología a nivel atómico, y segundo, las bases de datos de genomas son un almacén al que un biólogo sintético puede acudir cuando requiera. El otro evento es una síntesis del ADN más rápida y barata. Pronto será posible para casi todo el mundo hacer ADN a la orden, y experimentar en biología sintética. Esto es bueno hasta un punto, pues a mayor número de ideas, más oportunidad de que alguna prospere, pero algunas de estas invenciones biológicas serán maliciosas, y lo terrible es que una vez liberadas, pueden reproducirse por sí mismas.
El riesgo de crear algo malo accidentalmente es bajo, pero hacerlo deliberadamente es otra cosa. Es difícil saber cómo tratar esta amenaza. La acción refleja, la restricción y la prohibición han funcionado para armas biológicas más tradicionales, en manos de los estados. La ubicuidad de los virus computacionales muestra lo que pasa cuando la tecnología es distribuida. Los observadores de la biología sintética favorecen la apertura: la mejor forma de oponerse a los villanos es tener un montón de héroes de nuestro lado, para cuando surja un problema, poder encontrar una respuesta rápida. Si los patógenos pueden ser diseñados en laptop, las vacunas también. Igual la regulación y la vigilancia serán necesarias. El monitoreo necesita ser redoblado y coordinado, y todo el peso de la biología sintética puede ser traído para lidiar con el problema. Animar a los buenos para burlar a los malos y, con suerte, mantener la Némesis a raya.
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Este es el resumen del artículo "Y el hombre hizo la vida" publicado en Mayo 22, 2010 en la revista The Economist.
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