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Sobrecargados |
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| El aumento del desempleo está trayendo otro azote en su despertar: el exceso de trabajo. Una encuesta reportó que el contenido de trabajo ha aumentado en un tercio desde el inicio de la recesión. Otra arrojó que las dos terceras partes de los trabajadores hacen trabajo extra no remunerado. Hasta ahora, lo han soportado con notable estoicismo, pues se sienten afortunados de mantener sus empleos y quieren salvar a sus firmas de caer, pero ese espíritu empieza a desvanecerse. El 63% de los trabajadores dice que sus empleadores no aprecian su esfuerzo extra y el 57% siente que son tratados como artículos superfluos. La mitad reportó que su presente nivel de trabajo es insostenible. Por su parte, las compañías comienzan a ver el lado negativo del exceso de trabajo. El ausentismo está en aumento, junto al crimen corporativo de bajo nivel, y la lealtad corporativa está menguando.
Las encuestas muestran que la proporción de trabajadores que quieren aportar un “esfuerzo opcional” ha disminuido casi a la mitad desde 2007, mientras que la fracción de “desalentados” de sus empleos ha aumentado de un décimo a un quinto. El mayor peligro es que los trabajadores dejen sus empleos a medida que crezca la economía. Más de la mitad dice estar considerando dejar su empleo, o buscando otro nuevo, y más del 85% de los que no están en el mercado laboral se quedan porque éste está muy sombrío. Lo más problemático es cuando los empleados estrella deciden buscar trabajo en otra parte. Estos empleados de “alta potencialidad” están doblemente frustrados: se les ha pedido apoyar una desproporcionada fracción de la creciente carga de trabajo, mientras los empleos principales se “secan”, pues los viejos gerentes se aferran a sus puestos.
Hay unas cuantas señales de que las compañías sobrecargadas están empezando a contratar. En EUA se sumaron 290,000 nuevos trabajadores en el pasado trimestre. Pero este crecimiento será mucho más lento e irregular que como fue tras las recesiones anteriores. Los jefes esperan un prolongado periodo de crecimiento lento en el mundo rico, y la recesión, que ha dejado maltrecho al sector privado, pronto alcanzará al largamente protegido sector público a medida que los gobernantes tratan desesperadamente de controlar sus déficits. Para lidiar con esta nueva era de exceso de trabajo, lo más obvio que pueden hacer las organizaciones es redoblar los esfuerzos y hacer que los empleados se sientan valorados. Las compañías con falta de efectivo aumentan las recompensas simbólicas.
Otra estrategia es esforzarse más en explicar por qué la compañía está actuando como lo hace. Unas informan a obreros de avanzada seleccionados sobre la estrategia corporativa y después, les piden que les expliquen esto a sus compañeros, lo que implica darles a los trabajadores más control sobre sus vidas. Otras miden a su personal por sus resultados y no por el número de horas que trabajen. Una mayor cantidad de compañías están permitiendo horarios de trabajo flexibles para su personal, para reconciliarlos con las pesadas cargas de trabajo adicionales. Una tercera estrategia es prestar particular atención a los de alto rendimiento, introduciendo “esquemas HiPo” para identificar y cultivar a las potenciales estrellas, lo que se combina con la poda juiciosa de obreros menos productivos. Este enfoque causa poco divisionismo, pues la mayoría de los trabajadores están entusiasmados con premiar a las superestrellas y eliminar a los flojos. Y los jefes sensibles ya saben que sus competidores están compilando listas de sus empleados destacados insatisfechos con su trabajo.
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Este es el resumen del artículo "Sobrecargados" publicado en Mayo 22, 2010 en la revista The Economist.
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