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En defensa de la tecno-austeridad | 
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| Actualmente, es muy común encontrar la palabra “austeridad” en boca de políticos y economistas; sin embargo, es poco conocida entre los tecnólogos. Y aunque la idea de que “menos es más” es de gran popularidad entre arquitectos, diseñadores y modistas, la industria de la tecnología ha abrigado desde siempre la visión opuesta. Por tanto, los productos deben incluir tantas funciones como sea posible. Y la versión del año siguiente debe incluir aún más funciones. A medida que caen los precios, las nuevas funciones se vuelven lugares comunes (trate de comprar un teléfono sin cámara o un automóvil sin ventanas eléctricas) y las compañías se ven obligadas a inventar nuevas funciones con el fin de superar a la competencia. No importa que nadie use la mayoría de estas funciones. En una carrera armamentista más es siempre más.
Pero ahora hay señales de que los tecnólogos están empezando a adoptar el minimalismo gracias a dos cosas: primero, los consumidores ya no están tan interesados en nuevas funciones y prefieren que las cosas funcionen bien y ya; segundo, el aumento de la demanda en el mundo en desarrollo donde los consumidores están menos familiarizados con los avances tecnológicos. Es revelador que el valor de mercado de Apple, la compañía que más se asocia a la idea de simplicidad, haya superado recientemente el valor de Microsoft, la compañía que más sufre de “funcionitis”. Es cierto que los productos de Apple contienen muchas funciones, pero la compañía es muy hábil para esconder dichas funciones bajo un diseño elegante. Hay otras compañías que han prosperado ofreciendo productos sencillos; por ejemplo, Nintendo con su consola de videojuegos Wii o la videocámara Flip.
Esta “tecnoausteridad” también se ve reflejada en el software que facilita todo con el fin de reducir las distracciones y mejorar la productividad. Buena parte de los procesadores de palabras ofrecen la función de ampliar por completo la pantalla, de modo que no aparezcan las diversas reglas y paletas que tanto distraen. Y si la tentación de ver el Facebook nos resulta abrumadora, estos programas permiten bloquear el acceso a esta y otras páginas. Una computadora a la que se le han desactivado ciertas funciones puede ser más útil. Recordemos que las máquinas de escribir no ofrecen la distracción de estos enlaces.
Por último, también está el fenómeno de la innovación “frugal”, es decir, las nuevas ideas que surgen cuando estamos tratando de reducir los costos de un producto con el fin de que este sea más asequible en lugares como China, India y Brasil. El resultado de esto son productos muy populares incluso en el mundo rico, sobre todo en estos tiempos de austeridad. El netbook o portátil de bajo costo fue creado para los niños de los países pobres; sin embargo, se ha vuelto muy popular en todo el mundo. Otro ejemplo es Tata y su Nano, el automóvil más barato del mundo, diseñado para la clase media de la India. Estos ejemplos ofrecen grandes esperanzas. Si una industria tan obsesionada con las funciones, como la industria de tecnología, puede cambiar, es posible que los gobiernos (tan dados a promover la idea de que más es más) también comiencen a apreciar los méritos del minimalismo.
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Este es el resumen del artículo "En defensa de la tecno-austeridad" publicado en Junio 12, 2010 en la revista The Economist.
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