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El programa de ayuda exterior de Brasil



Revista: The Economist
Tema: Negocios en Brasil
Fecha: Julio 17, 2010
Sin llamar mucho la atención, Brasil se está convirtiendo rápidamente en uno de los más grandes suplidores a nivel mundial en ayuda a países pobres. La Agencia Brasilera de Cooperación (ABC), la cual suministra “asistencia técnica” (asesoría y proyectos científicos), posee un presupuesto de tan sólo 52 millones de reais (US$30 millones) para este año. Pero se estima que otras instituciones brasileras tienen un gasto 15 veces superior al del presupuesto de la ABC con sus propios programas de asistencia técnica. La contribución de la nación para con el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD) es de entre US$20 millones a US$25 millones al año, pero el valor real de los productos y servicios que éste provee, cree el jefe del PNUD en Brasil, es de US$100 millones. Añadiendo los US$300 millones que Brasil le da de igual forma al Programa Mundial de Alimentos; un compromiso de US$350 millones para Haití; algunas sobras para Gaza; y los US$3,3 mil millones en préstamos comerciales que tienen las empresas brasileras en países pobres desde 2008 provenientes del banco de desarrollo estatal (BNDES, parecidos a los préstamos respaldados por el estado de China), y el valor de toda la ayuda brasilera para el desarrollo ampliamente definido podría alcanzar los US$4 mil millones al año. Eso es inferior a lo que da China, pero similar a donantes generosos como Suecia y Canadá– y, a diferencia de la de ellos, las contribuciones de Brasil se están yendo al cielo. El gasto de la ABC se ha triplicado desde 2008.

Este esfuerzo en ayuda –aunque no sea llamado de esa forma por el gobierno– tiene grandes implicaciones. La derrochadora asistencia que se le da a África ayuda a Brasil a competir con China e India por una influencia de bajo poder en el mundo en vías de desarrollo. Además recolecta apoyo para la solitaria búsqueda del país por un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Debido a que los poderes en ascenso como Brasil dominarán el mundo, sostiene Samuel Pinheiro Guimarães, el ministro de Asuntos Estratégicos, ellos se podrán ahorrar problemas posteriormente al reducir la pobreza en países en vías de desarrollo en este momento.

Además, la ayuda tiene sentido comercial. Por ejemplo, Brasil es el productor más eficiente de etanol a nivel mundial y éste desea crear un mercado global del combustible alternativo. Pero no lo podrá hacer si es el único proveedor real en el mundo. Al esparcir la tecnología del etanol a los países pobres creará más proveedores, impulsará las oportunidades de un mercado global y generará negocios para las empresas brasileras.

El esfuerzo le importa también a la industria mundial de ayuda –y no sólo porque ayude a compensar el existente declive en la ayuda proveniente de donantes tradicionales. Al igual que China, Brasil no impone condiciones al estilo Occidental en cuanto a los beneficiarios. Pero, en un todo, los donantes occidentales se preocupan menos por la ayuda brasilera que por la de China, la cual ellos piensan que fomenta un gobierno corrupto y malas políticas. La de Brasil está más enfocada en los programas sociales y la agricultura, mientras que la de China financia carreteras, vías férreas y muelles a cambio de acceso a la materia prima.

Marco Farani, quien encabeza la ABC, sostiene que existe una forma específica en que Brasil suministra la ayuda, basándose en los programas sociales que han acompañado su reciente éxito económico. Brasil tiene una ventaja comparativa en suministrar tratamiento del VIH/SIDA para los pobres y que lo hace mediante planes de transferencia de dinero condicionales como Bolsa Familia. Sus investigaciones de agricultura tropical se encuentran entre las mejores del mundo. Pero Brasil también recibe ayuda así que, para bien o para mal, su programa de ayuda le está haciendo perder la distinción entre donantes y beneficiarios, así debilitando el viejo sistema de ayuda dictado por donantes y con perspectivas desde arriba hacia abajo (top-down).

Se dice que Dilma Rousseff, la candidata presidencial de Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, está considerando la idea de una nueva agencia de desarrollo para elevar el perfil de la ayuda si ella fuese electa. Como dice el Sr. Farani, Brasil necesita más funcionarios de ayuda, con más independencia operacional y un mayor énfasis en objetivos sobre la política, no sólo proyectos sistemáticos. Hasta que la nación los consiga, es probable que el programa de ayuda de Brasil permanezca como un modelo global en espera –un símbolo, quizás, del país como un todo.




Este es el resumen del artículo "El programa de ayuda exterior de Brasil" publicado en Julio 17, 2010 en la revista The Economist.

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