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El poder creciente del trabajador chino



Revista: The Economist
Tema: Negocios con China
Fecha: Julio 31, 2010
La mano de obra barata ha construido el milagro económico de China. Sus obreros trabajan duro para obtener una pequeña fracción de lo que reciben sus competidores americanos o alemanes y en la base del cúmulo, una “población flotante” de alrededor de 130 millones de inmigrantes trabaja en las ciudades de rápido desarrollo ganando como promedio el equivalente a la veinteava parte del salario promedio mensual en EUA. Pero este año es 17% más que el anterior y a medida que la economía China mejora, los salarios la siguen. En las fábricas exportadoras costeras hay escasez de obreros, demasiadas huelgas. Los trabajadores chinos se han beneficiado de una nueva ley laboral, introducida en el 2008, y de las leyes más fundamentales de la oferta y la demanda, por lo que se hace cada vez más difícil conseguirlos y mantenerlos. La oferta de mano de obra no es infinita, aun en China. La población entre 15 y 29 años caerá agudamente desde el próximo año, y sus aspiraciones crecen más rápido que sus salarios.

Las recientes huelgas han sido inusuales en cuanto a frecuencia y extensión, y hoy su meta son las multinacionales extranjeras. Antes, el gobernante Partido Comunista suprimía de inmediato las inquietudes laborales, pero hoy su reacción es más relajada. No más amenazas a los cabecillas, ni matones a sueldo sofocando las revueltas. Y si bien con brevedad, las huelgas son ampliamente cubiertas en la prensa supervisada por el Estado. Esto sugiere tres cosas. Primero, China teme que su mano dura con los trabajadores de las grandes firmas de marca atraiga la atención de los medios de comunicación globales. En segundo lugar, se cuida de atemorizar a los inversionistas extranjeros: es preferible que los trabajadores los culpen a ellos antes que a sus jefes locales. Y tercero y más importante: mejorar los ingresos de los trabajadores ayudará al propósito del gobierno de “rebalancear” su economía, que descansa demasiado en las inversiones y muy poco en el gasto de los consumidores, pues los obreros reciben una porción muy pequeña de la torta nacional.

Esto también será bueno para Occidente, por raro que pueda parecer. Es cierto que el mundo rico está habituado a descansar en la mano de obra barata de los obreros chinos y que sus salarios más altos podrían empezar a exportar la inflación, además de que la economía global no se beneficiaría de la merma de ese recurso. Pero en el despertar de la crisis financiera, la deflación es una mayor amenaza que la inflación y no es la escasez de mano de obra la que detiene la economía global, sino la de consumidores. Los sueldos más altos para los chinos disminuirán los excedentes del comercio en China e impulsarán sus gastos, lo que ayudará a las compañías extranjeras y a los obreros que éstas han dejado sin trabajo. Un aumento del 20% del consumo chino podría incrementar en US$ 25 mil millones extras las exportaciones de EUA, creando unos 200.000 empleos en ese país.

Este gasto extra ayudaría a la economía mundial a retornar a una contratación a tope y aunque las compañías extranjeras y los consumidores extrañen a los obreros costeros baratos de China, que mantienen las ganancias altas y bajos los precios, aun habrá mano de obra barata tierra adentro y en lugares como la India. Y los sueldos chinos son solo la mitad de la historia, la otra mitad es su productividad. Para mantenerla, a medida que se queda sin mano de obra básica, China tendrá que aumentar su suministro de obreros calificados, lo que requerirá que a la población de inmigrantes que hasta ahora se tratado de mantener flotante, se le permita establecerse en las ciudades. El capital ya ha explotado lo suficiente a los obreros, ahora es el momento para que invierta en ellos.




Este es el resumen del artículo "El poder creciente del trabajador chino" publicado en Julio 31, 2010 en la revista The Economist.

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