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El deseo de poder |
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| Henry Kissinger se quedó corto cuando dijo que el poder era el mayor de los afrodisíacos. De hecho, el poder es la mejor manera de mejorar nuestro nivel de vida. La gente poderosa no sólo tiene más amigos sino que, además, tiene una mejor salud. Según varios estudios, hay una mayor relación entre las enfermedades cardíacas y un bajo status que entre este último y peligros físicos como la obesidad y la alta presión sanguínea. Por otra parte, los beneficios del poder se han incrementado con creces en los últimos años. El salario de los CEO ha aumentado en un momento en que el salario promedio está estancado (EUA) o ha aumentado lentamente (Europa). Los políticos han aprendido a sacarle provecho al liderazgo. Los Clinton ganaron US$ 109 millones en los ocho años posteriores a la Casa Blanca. Y Tony Blair se ha vuelto un hombre rico en tres años, desde que se retiró de la política.
Pero cada vez es más difícil subir el palo encebado y mantenerse arriba. Las compañías tienen ahora estructuras más complejas, lo que les ha complicado la vida a los CEO. En los años noventa era muy común que los CEO tuvieran entre diez y quince años ocupando el mismo puesto. En cambio, esto ha cambiado durante la última década, donde el promedio de la carrera de los CEO es de 6 años. De igual modo, en los años noventa era muy común que los CEO también fungieran como presidentes (lo que les permitía rendirse cuentas a sí mismos). Pero en el 2009, menos de 12% de los CEO ocuparon también la silla del presidente.
La gran pregunta es cómo hacerse con el poder. Dada la importancia de este tema, es sorprendente que los expertos en gerencia casi no hablen al respecto. Los académicos y consultores se centran casi siempre en el problema de cómo obtener el mayor retorno sobre la inversión. Pero Jeffrey Pfeffer, de la Stanford Business School, es una excepción. Pfeffer ha dado durante años un curso sobre los “caminos del poder”. Ahora ha condensado sus hallazgos en un libro llamado Poder: Por qué unos lo tienen y otros no.
Pfeffer comienza por dar al traste con la noción de que el mundo es justo, es decir, con la noción de que la mejor manera de obtener el poder es ser un buen profesional. No hay una relación realmente estrecha entre premio y competencia. Por ejemplo, Bob Nardelli fue un CEO desastroso para Home Depot. Pero le pagaron más de us$250 millones para que se fuera rápidamente y asumiera la alta gerencia de la Chrysler, que luego se declaró en bancarrota. Según Pfeffer, los CEO que llevan sus firmas a la bancarrota tienen sólo 50% de probabilidad de perder sus empleos. Hay muchas cosas que son más importantes que la competencia; por ejemplo, la capacidad de impulsar proyectos y al confianza en sí mismo.
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Este es el resumen del artículo "El deseo de poder" publicado en Septiembre 11, 2010 en la revista The Economist.
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