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Los pulmones del mundo |
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| Este año la tasa de deforestación de Brasil ha bajado muy rápido. En 2004 alrededor de 2.8 millones de hectáreas del Amazonas fueron arrasadas; el pasado año solo fueron alrededor de 750,000. Este progreso no es algo aislado, muchos de los mayores arrasadores de árboles han comenzado a conservarlos. La pasada década, según la ONU, unos 8 millones de hectáreas de bosques pudieron volver a crecer o fueron plantadas de nuevo en EUA y Europa, y China ha lanzado un gran esquema de plantación de árboles, previniendo los desastres ambientales relacionados a la deforestación. En países tropicales, tampoco Brasil está solo, aunque la transición no se está dando lo suficientemente rápido.
En la pasada década, alrededor de 13 millones de hectáreas de bosques fueron convertidas cada año a otros usos, sobre todo la agricultura. El mundo lleva 10,000 años destruyendo bosques y aunque en la mayoría de los países ricos la presión se ha suavizado, en muchos países tropicales la necesidad de tierras aumenta a medida que la población crece y la elevación de la demanda global de comida y biocombustibles la incrementa más. Talar bosques puede enriquecer a los que lo hacen, pero a la larga empobrece el planeta como un todo. Los árboles ayudan a garantizar los suministros de agua y previenen desastres naturales como los deslizamientos de tierra y las inundaciones. La desaparición de los bosques tropicales significaría la pérdida de un 80% de la biodiversidad terrestre, y como contienen hasta dos veces la cantidad de carbón de la atmósfera, cuando son arrasados éste es emitido.
En los países emergentes la gente que prospera empieza a pensar más allá del bienestar de su familia, mientras sus gobiernos aprueban y ponen en práctica leyes para conservar el ambiente. El comercio puede incluir las inquietudes más verdes del mundo rico para influenciar a los productores del mundo en desarrollo, pero la transición de talar a proteger está ocurriendo muy lentamente. El principal esfuerzo internacional es REDD (Reducción de las Emisiones producto de la Deforestación y la Degradación de Bosques), que implica pagar a la gente de los países en desarrollo para que dejen de talar árboles. En la conferencia sobre cambio climático de Copenhague del pasado año, media docena de países ricos prometieron US$ 4.5 mil millones para llevar esto a gran escala.
Los proyectos REDD serán efectivos solo en países bien administrados, lo que no es el caso de muchos países tropicales que contienen los bosques más importantes. Aun en estados funcionales, parte del dinero podría ser robado. Solo dedicando suficiente atención al monitoreo y la verificación, y asegurándose de que el efectivo llegue a manos de la gente que va a proteger los bosques, REDD podría funcionar, pero costaría mucho más de lo que se ha garantizado hasta ahora. La fuente más obvia de efectivo extra es el impuesto sobre el carbón, pues salvar los bosques es a menudo la forma más barata de controlar las emisiones de CO2. El dinero debe ser encontrado en algún lado. Sin un esfuerzo serio en la resolución de este problema, el riesgo del cambio climático aumentará y el planeta perderá uno de sus más valiosos y más preciosos recursos.
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Este es el resumen del artículo "Los pulmones del mundo" publicado en Septiembre 25, 2010 en la revista The Economist.
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