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Cómo detener una guerra de divisas |
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| La economía mundial está ahora al frente de una “guerra de divisas internacional”, en la que los países se culpan los unos a los otros por distorsionar la demanda global con armas que van desde la impresión de dinero para la adquisición de bonos hasta controles de capital e intervención monetaria.
De hecho, existen tres batallas: la de mayor peso se libra contra China por su poca disposición en hacer que el valor del yuan aumente más rápidamente; esta situación ha hecho que EUA y Europa acusen al país asiático de dañar la dinámica de la economía con su devaluada moneda.
Para hacer frente a esta problemática, la Cámara de Representantes ha aprobado una ley que favorece a las empresas que buscan proteccionismo ante los países con monedas devaluadas.
El segundo punto de enfoque radica en la política monetaria de los países ricos, particularmente la probabilidad de que los bancos centrales empiecen a imprimir dinero para comprar bonos de los gobiernos. Este es el panorama actual: Mientras el dólar se desploma, el euro se eleva. Para China, esta distorsión en la economía mundial supone una huida de los inversores hacia las economías emergentes en búsqueda de mayores rendimientos.
La tercera gran lucha corresponde a las respuestas de los países en desarrollo ante estas fluctuaciones del capital. En vez de dejar que las tasas cambiarias aumenten, muchos gobiernos han optado por comprar divisas o imponer impuestos sobre la entrada de capital extranjero.
No obstante, todo apunta a que estamos lejos de presenciar una verdadera guerra de divisas, ya que, por un lado, las armas resultan menos peligrosas de lo que realmente parecen y, por otro, los riesgos de un inminente descenso de las restricciones comerciales son bajos.
Pero no hay que descartar que, si la austeridad fiscal continúa, la excusa de usar monedas más baratas como fuente de demanda aumentará al igual que la presión de políticos de otros países sobre China. Del mismo modo, si el flujo de capital extranjero se eleva, los países en desarrollo se verán forzados a elegir entre perder competitividad o dejar que sus economías se sobrecalienten.
Lo cierto es que, pase lo que pase la 1) demanda mundial necesita reequilibrarse lejos de las grandes economías endeudadas y cerca de las emergentes, 2) las reformas estructurales deben implementarse y 3) China deberá crecer a partir de su consumo doméstico.
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Este es el resumen del artículo "Cómo detener una guerra de divisas" publicado en Octubre 16, 2010 en la revista The Economist.
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