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Extraidos de los intestinos de la tierra |
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| Justo después de la medianoche del 13 de octubre, Florencio Ávalos emergía de la angosta cápsula que lo levantaba 620 metros de las calientes y húmedas profundidades de la mina de San José hacia el aire frío de la noche del Desierto de Atacama en Chile. Con el resto de los 33 mineros, atrapados por más de dos meses, alcanzando la superficie uno por uno por las siguientes 22 horas, una impresionante operación de rescate llegó a una conclusión inmaculadamente coreografiada, observada por 2.000 periodistas de todo el mundo. “Este es un momento que Chile y el resto del mundo jamás olvidarán”, dijo Sebastián Piñera, presidente de Chile.
El Sr. Piñera tomó posesión del poder en el mes de marzo, días después de que un severo terremoto devastara las partes central y sur de Chile. Un hombre de negocios conservador cuya victoria ponía fin a dos décadas de mandato de una coalición centroizquierdista, se enorgullece de sí mismo por tomar rápidas decisiones y obtener rápidos resultados. Cuando los mineros de San José, una pequeña y vieja mina de oro y cobre, fueran atrapados por una caída de rocas a principios de agosto, el presidente fue característicamente audaz.
El Sr. Piñera estaba de visita en Ecuador con su ministro de minas, Laurence Golborne, cuando ocurrió el accidente. Él envió inmediatamente de vuelta al Sr. Golborne a Chile y pronto lo seguiría hasta la mina, presuntamente en contra de los consejos de asistentes renuentes en ver su imagen manchada por consecuencia del accidente. Al encontrar a los dueños de la mina sobrecogidos por el peor accidente minero en décadas, él ordenaba a su gobierno hacerse cargo y llamó a expertos de Codelco, el gran productor estatal de cobre. El gobierno además trajo a la naval de Chile, cuyos submarinistas poseen experiencia trabajando a grandes profundidades en espacios confinados. Las capsulas cableadas de rescate fueron fabricadas en el astillero de la naval en Talcahuano, sur de Chile, y dos paramédicos navales fueron bajados para verificar la salud de los mineros.
El gobierno no ha especificado el coste de la operación de rescate, aunque Codelco dice que por su parte le ha costado unos US$15 millones (Collahuasi, una mina controlada por las multinacionales Anglo American y Xstrata, prestó su equipo sin cargo alguno). Pocos chilenos resentirán eso. Ellos aprecian como el Sr. Piñera manejó la situación de desastre. Una encuesta mostró que esto había elevado su rating de aprobación en diez puntos, a 56%. El Sr. Golborne, un antiguo gerente de una compañía minorista que pasó semanas en la mina supervisando la operación, se ha convertido en héroe nacional, incitando especulación que se podría postular para presidente en 2014.
Existen lecciones para Chile. Una mejor supervisión de una mina con un registro pobre de seguridad podría haber prevenido el accidente. Pequeñas minas subterráneas, muchas de ellas antiguas, presenciaron 23 de las 35 muertes de los accidentes en 2009, aunque estos representan sólo un quinto de la fuerza laboral de la industria. Según un congresista, la contratación de personal en el Servicio Nacional de Geología y Minería, el regulador de la industria, no ha subido mucho desde que fuera fundada en 1980, muy a pesar de un incremento cinco veces mayor en la producción de cobre durante ese período. El Sr. Piñera ha organizado un comité para revisar la seguridad en el lugar de trabajo. Él ha prometido colocar a Chile en el camino para que se convierta en una nación desarrollada para el 2018, año del bicentenario de la batalla decisiva en su lucha por la independencia del yugo español. En los últimos tres meses, ciertamente se ha comportado como uno.
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Este es el resumen del artículo "Extraidos de los intestinos de la tierra" publicado en Octubre 16, 2010 en la revista The Economist.
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