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La historia de dos expatriados |
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| A menudo la actitud de los chinos con respecto a cualquier medida de seguridad paraliza a los expatriados. “Es un verdadero problema”, dice el gerente de una empresa Occidental de químicos ubicada en Shangai. “Se establecen medidas de seguridad muy estrictas en la fábrica. Pero, tan pronto salen por la puerta, los empleados se enfrentan a un mundo completamente diferente. Pídale a alguien que se coloque el cinturón de seguridad y se reirán de usted”. A pesar de esto, a los expatriados Occidentales que residen en China les va mucho mejor que hace una generación atrás. Ya no tienen que reunirse en hoteles de baja categoría ni soportar los estándares maoístas que regulaban la comida y el servicio. Por el contrario, tienen acceso a casi cualquier cosa: suflés y sushi, conjuntos residenciales con jardines al estilo Occidental, renombradas escuelas privadas para sus hijos, etc.
El aire en China puede ser espeso y la censura preocupante. Las llamadas en conferencia con las oficinas centrales en EUA a las 4 a.m. son tediosas. Pero la vida es cómoda en otros aspectos. Además, hacer negocios en China es quizá más emocionante que en otras partes del mundo. “¡Nos va muy bien!”, dice de forma efusiva un ejecutivo Occidental. Su empresa vende motores para “toda clase de máquinas que fabriquen cosas. Las ventas están aumentando de 15% a 20% anual”, asegura. El espectacular crecimiento de China en las últimas tres décadas ha incitado a hordas de gente de negocio a tomar un avión y mudarse. Las multinacionales Occidentales han enviado a muchos de sus ejecutivos más ambiciosos a esta nación asiática para conseguir nuevos proveedores, contratar fábricas y venderles a los chinos desde motores para aeronaves hasta whisky.
Pero, en años recientes, ha habido un gran número de expatriados que se han movido en sentido contrario. Las empresas chinas son cada vez más globales. Estas se pelean mutuamente por crudo y cobre en África; buscan oportunidades de negocio en América y Europa; y, establecen oficinas por todo el mundo. Naturalmente, éstas compañías envían ejecutivos chinos para que las gestionen. Los nuevos expatriados chinos se parecen mucho a los expatriados Occidentales, si bien existen diferencias evidentes. Por lo general, los expatriados Occidentales que viven en China han dejado atrás una democracia liberal y tienen que vivir ahora en un estado autoritario con una economía en crecimiento. Los expatriados chinos han hecho lo contrario. “Las reglas en China no son siempre transparentes”, dice un ejecutivo de una compañía Occidental, que vende productos de belleza en ese país.
Una de las cosas de Occidente que más aprecian los chinos es el aire. “Es mucho más limpio. Todo el mundo comenta esto”, dice William So, un ejecutivo de telecomunicaciones. “Además, en Europa la gente es muy agradable y educada ”, agrega So. Otro punto a favor de trabajar en Europa es que las reglas para los negocios son relativamente claras. “Todo es transparente”, dice el Sr. So. Si desea obtener una licencia para realizar algo, usted no necesita gastar dinero en sobornar a un oficial o contratar a un gestor: “solamente baje la planilla desde la Internet y haga la solicitud”.
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Este es el resumen del artículo "La historia de dos expatriados" publicado en Enero 01, 2011 en la revista The Economist.
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