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Fuego a la candela |
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| La llegada de Evo Morales a la presidencia de Bolivia fue impulsada por las protestas masivas de sus seguidores ante medidas económicas necesarias pero poco populares, que forzaron a sus predecesores a salir prematuramente del cargo. Ahora, Morales, un socialista de descendencia india andina, está en una posición incómoda, como objetivo de estas protestas.
El 26 de Diciembre su gobierno anunció el fin al subsidio de algunos combustibles, medida que implicaba un aumento de 73% en la gasolina. Cinco días después, luego de huelgas y protestas de sus propios seguidores, retiró la medida. Una humillación sin precedentes para un presidente popular.
La necesidad del aumento era obvia. Los precios estaban congelados desde el 2006, a pesar del aumento a nivel mundial. Como resultado, la demanda había aumentado, la producción disminuido y el costo de las importaciones y subsidios era inmenso. La congelación costó al gobierno us$380 millones el año pasado, y este año llegaría a us$660 millones. El precio de la gasolina en países vecinos es de 2 y 3 veces los us$0,50 que cuesta en Bolivia, por lo que unos us$150 millones se perdieron en contrabando.
El precio también necesitaba un aumento para promover las inversiones. La producción de petróleo en Bolivia ha caído desde que Morales nacionalizó la industria en el 2006. Aunque el gobierno permite que empresas privadas operen ciertas partes de la industria, les paga us$27 por barril (menos de 1/3 del precio mundial). Sin aumentar los precios, el gobierno pasaría la pena de tener que subsidiar a las empresas petroleras.
El aumento desató el pánico y la ira. Hubo saqueos, rumores de desabastecimiento, largas filas en los bancos, disparos y mucho más. Dos días después Morales intentó calmar las protestas anunciando un aumento salarial de 20% a los trabajadores públicos y ayudas adicionales a los granjeros; pero un 70% de los bolivianos trabajan en la economía informal. El plan recordó los propuestos por el FMI en los 80.
Morales le había dicho a los bolivianos que la economía iba bien, y era verdad hasta cierto punto. Ayudada por condonación de deuda y el auge de las materias primas, Bolivia fue de los pocos países latinoamericanos que evitó la recesión del 2009. La estrategia del gobierno era extraer más ganancias del petróleo y el gas a través de la nacionalización, y repartir ese beneficio entre sus seguidores a través de programas sociales.
Todo esto venía funcionando. Pero como lo habían sugerido los oponentes, la nacionalización simplemente crearía una bonanza a corto plazo, pero afectaría la inversión. Algunos en el gobierno ya lo han entendido. El gobierno espera ahora negociar con los movimientos sociales y los sindicatos sobre la mejor forma de aumentar los precios. Hubieran comenzado por ahí.
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Este es el resumen del artículo "Fuego a la candela" publicado en Enero 08, 2001 en la revista The Economist.
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