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Un pacto de incompetitividad |
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| Los europeos han aprendido a no prestarle atención a Bruselas cuando esta, la capital de la Unión Europea, comienza a hablar de procesos. Pero, cada cierto tiempo, hay ciertos cambios que realmente merecen la pena. Uno de dichos cambios tendrá lugar el próximo mes en la primera cumbre de la zona euro y donde los presidentes Angela Merket, de Alemania, y Nicolas Sarkozy, de Francia, tratarán de presionar por la firma de un pacto de competitividad, que permitirá disponer de más dinero para ayudar a las economías más desgastadas de la Unión Europea. El tratado parece una cuestión meramente técnica, pero esconde algo mucho más grande: una mayor integración de la zona euro, que podría terminar por amenazar a toda la Unión Europea.
Aparentemente, el tratado tiene que ver con reforzar la parte económica de la unión económica y monetaria de Europa. Alemania está interesada en imponer controles más invasivos sobre las políticas económicas y fiscales de los miembros de la zona euro. Esto es comprensible tras un año de paquetes de ayuda económica. El tratado de competitividad incluye ideas incómodas tales como, por ejemplo, aumentar la edad de jubilación a 67 años de edad, sin, por otra parte, ocuparse mucho de resolver la crisis de deuda soberana del euro. El tratado también incluye ideas que hasta podrían ser peligrosas. Por ejemplo, se propone enmendar la constitución para que sea obligatorio el balance de los presupuestos.
Pero no sólo los países involucrados están amenazados por una integración más estrecha; también está en peligro la Unión Europea en cuanto tal. Buena parte de los países de la zona euro son instintivamente intervencionistas, hostiles a la competencia sin normas y favorables a los subsidios. Esto debería preocupar incluso a los países de la Unión Europea que están fuera de la zona euro; por ejemplo, Inglaterra, Polonia y Suecia. Merkel y Sarkozy han invitado a todos los miembros de la Unión Europea para que se unan a este tratado de competitividad; pero es poco probable que los países antes mencionados firmen el pacto sin antes adoptar el euro como moneda.
Esto podría poner en riesgo incluso el mercado común de la Unión Europea. De hecho, algunos miembros de la zona euro han notado que Inglaterra, Polonia y Suecia contaron con una ventaja injusta entre 2009 y 2010, pues dejaron que sus monedas se desvalorizaran con el fin de recobrar su competitividad. Dada esta situación, es fácil imaginarse que habrá quejas y posiblemente ataques contra las cuatro libertades (movilidad de bienes, servicios, capitales y trabajo) que sustentan al mercado común. En principio, no tiene nada de malo que algunos países de la Unión Europea profundicen más rápido que otros la integración política. Pero si el grupo de la zona euro se convierte en un núcleo protegido y empieza a adoptar políticas sociales y económicas comunes sin tomar en cuenta el resto de los países, los más seguro es que la Unión Europea se fragmente.
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Este es el resumen del artículo "Un pacto de incompetitividad" publicado en Febrero 12, 2011 en la revista The Economist.
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