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Hambrientos por solucionar el problema de los altos precios de los alimentos |
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| El hambre que ha estremecido al mundo empezó el año pasado con las terribles sequías en Rusia y Argentina, y las torrenciales lluvias en Australia y Canadá. Junto al frío y los veranos húmedos en el centro de EUA, ayudaron a elevar los precios del trigo y el maíz, que han subido aún más por la sequía en China. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación en Roma, los precios globales de los alimentos se elevaron a niveles récord en enero y los del trigo pudieran seguir subiendo hasta el verano. Los importadores aceleran las compras para eludir la inflación y es más probable que los precios sigan altos o suban en los próximos seis meses, a que bajen.
La fractura en el suministro de alimentos representa un test masivo o más bien una serie de ellos. Al nivel más básico, mide la habilidad de la humanidad para autoalimentarse. Las técnicas industriales agrícolas han impulsado los rendimientos de las cosechas y mantenido los precios bajos por décadas, pero la era de la abundancia pudiera haber terminado. Hasta ahora, la elevación de los precios de los alimentos ha empujado a la extrema pobreza a 44 millones más de personas en los países en desarrollo desde junio y podría impulsar más la inflación en países de mayor crecimiento y bajo desempleo. En las economías débiles, en cambio, los altos precios en los productos básicos son como un impuesto más al crecimiento.
Para los países ricos, el reto es responder de forma que ayude y no que dañe. Los mismos altos precios que causan pobreza global han llevado a mayores exportaciones de productos agrícolas de EUA, elevando el valor de las tierras cultivables y beneficiando a bancos rurales y fabricantes de equipos. Las inversiones en productos básicos agrícolas se triplicaron en el último trimestre de 2010 y la pregunta sería si los especuladores de Wall Street están haciendo subir artificialmente sus precios. La mayoría de los estadounidenses no se ha beneficiado de la crisis alimentaria. Una de cada ocho personas allí recibió bonos de comida en noviembre, pero la mayor parte del mundo en desarrollo no tiene esa red de seguridad, y tanto los líderes nacionales como las ONG tratan de encontrar soluciones antes de que suceda lo peor.
El Banco Mundial ha llamado a establecer pequeñas reservas regionales de alimentos en áreas propensas al desastre y recomienda a los gobiernos dar ayudas a los pobres, y un enfoque de libre mercado que promueva la transparencia y prevenga las restricciones en el flujo de alimentos. La prueba final es la más dura de todas. Con los cambios en el clima a nivel mundial, ciertas zonas se han hecho más propensas a las sequías y otras a las inundaciones, y todo el mundo se pregunta qué se necesitaría para que EUA y otras naciones hicieran algo al respecto. La civilización ha enfrentado pandemias y guerras mundiales, y ha resurgido más fuerte de las pruebas. La pregunta es si el hambre y la amenaza al poder que lo acompaña, finalmente forzarán a los líderes políticos a actuar.
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Este es el resumen del artículo "Hambrientos por solucionar el problema de los altos precios de los alimentos" publicado en Febrero 21, 2011 en la revista Business Week.
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