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Cuando las estrellas enloquecen | 
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| El 24 de febrero, John Galliano, diseñador estrella de Christian Dior, lanzó una andanada antisemítica en un bar de París y unos días más tarde apareció en un video teniendo un comportamiento similar. Dior primero lo suspendió y cuando creció la indignación por el video, lo echó. Mientras disfrutaba de vacaciones con un par de novias (una de las cuales era una estrella porno) Charlie Sheen dijo en un programa de radio que su productor, Chuck Lorre, era un “charlatán” y un “pedazo de mierda o personaje despreciable”. CBS y Warner Brothers descontinuaron su famosa comedia televisiva “Dos hombres y medio”, por la que se dice cobraba US$ 1,2 millones por episodio. La historia de amor de Hollywood con Mel Gibson terminó abruptamente en la Autopista de la Costa del Pacífico en 2006 cuando éste le dijo a un policía de tránsito que “los judíos eran responsables de todas las guerras en el mundo”, antes de preguntarle “¿usted es
judío?”.
Una pregunta sería por qué gente con vidas tan envidiables actúa de esa manera. El alcohol y las drogas juegan un papel importante. El video de Galliano sugiere que estaba embriagado, Sheen ha entrado y salido varias veces de rehabilitación y Gibson tenía una botella de tequila abierta junto a él en el asiento del carro. De hecho los dos lugares donde es más posible encontrase con los actores de Hollywood son los bares y las reuniones de Alcohólicos Anónimos. Pero la celebridad puede ser una droga más potente que la cocaína, pues anima a la gente a traspasar los límites: mientras más escandalosos son, más atraen la atención de los paparazzi. La celebridad también les hace pensar que son a prueba de fuego: sus fans los aman a pesar de todo. Pero existe una línea peligrosa de cruzar: insultar a su jefe en el caso de Sheen o apoyar el Holocausto en el de Galliano.
Otra cuestión sería el modo en que las compañías artísticas deberían actuar ante el comportamiento peculiar de sus estrellas. A veces los pecados son tan atroces que no tienen otra alternativa que dejarlos caer, como sucedió con Sheen o Galliano. Pero en la mayoría de los casos son más indulgentes. A la industria artística también le conviene alimentar el bullicio que despiertan los malos comportamientos de sus estrellas. Warner y CBS ya le habían perdonado a Sheen toda una sucesión de malas conductas porque sin él, no habría “Dos Hombres y Medio”. El error fatal de Sheen fue arremeter contra su productor.
Las nuevas tecnologías podrían estar haciendo cada vez más fácil atrapar a las estrellas que actúan como idiotas y a la vez dificultando que las compañías los rehabiliten: la andanada antisemítica de Galliano permanecerá por siempre en YouTube. Más aún, las grandes maquinarias artísticas como Hollywood y la industria de la moda tienen otra razón para abandonar sus "activos" cuando estos se vuelven culpables: siempre hay nuevos talentos que los reemplacen. La industria de la moda ya debate quién es el mejor sucesor de Galliano. Lorre sin duda podrá encontrar otros actores que actúen para él. Charles de Gaulle dijo una vez que las tumbas están llenas de hombres indispensables. Lo mismo puede decirse de los bares de Los Ángeles y París.
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Este es el resumen del artículo "Cuando las estrellas enloquecen" publicado en Marzo 05, 2011 en la revista The Economist.
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