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El último caza pilotado a mano



Revista: The Economist
Tema: Seguridad y defensa
Fecha: Julio 16, 2011
Leon Panetta no se hace mayores ilusiones con la tarea que le encargó Barack Obama cuando lo pasó de la CIA al Pentágono. Panetta, que reemplazó a Robert Gates en la secretaría de defensa a principio de mes, es considerado una persona muy prudente. Pero su gran salto a la fama lo dio como director de la Oficina de Administración y Presupuesto, cuando allanó el camino para lograr un presupuesto balanceado en 1998. Panetta ha heredado de su predecesor un plan para reducir el gasto militar en US$ 400 mil millones hacia 2023. Pero la crisis fiscal estadounidense (y la falta de consenso político para aliviarla) implica que Panetta tendrá que hacer ajustas más profundos y en menos tiempo de los que Gatas hubiera querido.

Eso podría representar malas noticias para el F-35 Joint Strike Fighter, el programa militar-industrial más costoso de la historia, y para su principal fabricante, Lockheed Martin. Se espera que la aeronave entre en servicio con seis años de retraso (en 2016). El Pentágono todavía planea adquirir 2.443 F-35 en los próximos 25 años, a un coste de US$ 382 mil millones. Pero con un golpe de gracia, Gates advirtió que aunque él no pensara que el F-35 se enfrentaba a una cancelación, “el tamaño de la compra” podría tener que ser reducida.

Luego de ganarle a un diseño de Boeing que se consideró técnicamente más riesgoso, Lockheed Martin firmó el contrato con el Departamento de Defensa para desarrollar el F-35 en 2001. Fue un proyecto ambicioso. El objetivo era recolectar grandes ganancias por eficiencia al reemplazar casi todas las aeronaves tácticas desactualizadas de EUA (los F-16 y A-10 de la Fuerza Aérea; los A/F-18 de la Marina y los aviones de despegue AV8B de los Marines) con tres variantes de un diseño básico. Habría una versión convencional de despegue y aterrizaje (CTOL) para la Fuerza Aérea, una versión de despegue corto y aterrizaje vertical (STOVL) para los Marines y una versión más robusta para la Marina.

Algunos estrategas militares ya piensan que la labor para la que fue concebido el F-35 puede ser mejor desempeñada por misiles de crucero y drones que son pilotados remotamente. Los aviones que no son pilotados son más eficientes, pues no llevan consigo a un corpulento piloto ni al equipo que mantiene vivo a este. Esto significa que pueden girar más rápido y ser más silenciosos. Y si son derribados, nadie muere. Incluso los campeones del F-35 reconocen que éste probablemente será el último caza pilotado a mano que fabricará Occidente.




Este es el resumen del artículo "El último caza pilotado a mano" publicado en Julio 16, 2011 en la revista The Economist.

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