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Gauchos y tábanos |
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| Una década después de que Argentina suspendiera los pagos de su deuda soberana de US$ 81 mil millones por una profunda crisis económica, aún le quedan acreedores descontentos. En 2005 presentó una oferta de “lo tomas o lo dejas” de 35 centavos por dólar, en la que unos tres cuartos de los tenedores de bonos tomaron parte, y en 2010 se llevó el total al 93%. Pero el resto, que equivale a US$ 6 mil millones, continúa insistiendo sobre un pago superior. Los más ruidosos son dos fondos “buitre” que compraron muchos de sus bonos en el mercado secundario: Elliott Management, un grupo de hedge-fund con larga historia de embestir a países en mora y su afiliado, NMLCapital. El resto es un grupo de 60,000 individuos de Italia, donde los bonos argentinos fueron una popular inversión minorista. Ya que mayor parte de los bonos fue emitida bajo la ley de Nueva York, los acreedores pueden demandar en EUA y a través de los años sus cortes le han abierto cientos de juicios a Argentina, incluyendo el valorado en US$ 3 mil millones para NML y EM. El problema es que los países no pueden oficialmente declararse en bancarrota, y sus acreedores solo pueden persuadir a un juez de que ciertos activos sean “fijados”, o juzgados como sujetos a incautación, pues las leyes soberanas de inmunidad nacional protegen muchos activos de los estados en el exterior.
Los acreedores acuden a tácticas novedosas para obtener su dinero. Los fondos "buitre" han ido detrás de los activos del Banco Central de Argentina (BCRA), alegando que carece de independencia frente al gobierno, que lo ha usado para financiar proyectos escogidos y pagar a los acreedores favorecidos, lo que ha sido apoyado por las cortes de EUA. Han mandado citaciones a los bancos que trabajan con Argentina, pidiendo detalles de sus actividades comerciales a nivel mundial, con lo que han logrado algunos éxitos moderados. Unos US$ 90 millones fueron incautados del fideicomisario de Nueva York donde se habían depositado acciones de un banco argentino privatizado, y unos cuantos millones de dólares fueron tomados de una cuenta del Ministerio de la Ciencia (destinada a comprar telescopios), en una rama estadounidense de otro banco.
Estos fondos incluso apuntaron al Banco de Pagos Internacionales (BPI), con base en Basilea, alegando que ha abusado de su inmunidad, permitiéndole al BCRA situar allí 80-90% de sus US$ 48 mil millones en reservas foráneas, fuera del alcance de los acreedores, cuando la mayoría guarda allí solo un 3-5% de estas. Una corte suiza los apoyó, pero fueron desestimados en la apelación debido a un tecnicismo y han llevado el caso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, exigiendo su derecho a una vista justa. Los 60,000 italianos (con US$ 1.3 mil millones en reclamos), atacaron por otro ángulo. Este verano, el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (ICSID) del Banco Mundial aceptó oír su caso contra Argentina. La mala noticia para ellos es que Argentina tiene el hábito de emboscarse ante los lineamientos del ICSID. Pero EUA está aplicando presión. En septiembre votó contra un préstamo de US$ 230 millones a Argentina del Banco Interamericano de Desarrollo y ha jurado hacer lo mismo con el Banco Mundial.
El punto muerto con los acreedores tenaces puede romperse. Con la reelección de Cristina Fernández, no se ve un gran cambio político en el horizonte ni parece probable un súbito encuentro de las mentes de los abogados. Los tenaces acreedores pretenden que se les asegure un pago del 100% cuando Argentina próximamente reestructure la deuda, lo que pondría en peligro toda la reestructuración hecha hasta la fecha, contrarrestando a los cansados abogados gubernamentales. Algunos casos, tales como el del ICSID, podrían seguir sonando por al menos otros cinco años. Los fondos ‘buitres’ no es probable que se den por vencidos, pues el acoso persistente y las tácticas provocativas son su especialidad, y a veces les dan muy buenos resultados. No está claro si Argentina podrá retornar a los mercados globales sin que haya reclamos de los acreedores. La recaudación internacional de bonos siempre será un blanco para la incautación. No todas las deudas soberanas son tan complejas como la argentina, pero es una muestra de cuanto pueden complicarse las cosas cuando los países no pagan.
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Este es el resumen del artículo "Gauchos y tábanos" publicado en Octubre 22, 2011 en la revista The Economist.
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