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El diablo está en el petróleo a alta profundidad



Revista: The Economist
Tema: Economía
Fecha: Noviembre 05, 2011
En las profundidades del Atlántico Sur se está instalando una operación industrial que, según los líderes de Brasil, convertirá al país en una potencia petrolera a finales de la década. Si los ambiciosos planes de Petrobras (la estatal petrolera) se llevan a cabo, Brasil producirá en 2020 un total de 5 millones de barriles al día. Esto convertiría a Brasil en uno de los cinco primeros productores de petróleo del mundo.

Si se administra sabiamente, este auge podría ser muy positivo. La presidenta Dilma Rousseff quiere usar el dinero proveniente del petróleo en educación, salud e infraestructura. Pero la bonanza también tiene sus riesgos: malversación y corrupción; un estado excesivamente grande; y falta de ahorro, inversión y entrenamiento. Es preocupante que el Brasil se esté debatiendo más cómo gastar el dinero que cómo desarrollar los pozos. Brasil debería ahorrar buena parte de este dinero y usarlo sólo en caso de una crisis económica.

Cuando se trata de petróleo, es difícil lograr un equilibrio entre el estado y el sector privado, así como entre el orgullo nacional y la experiencia extranjera. Pero es posible lograrlo. Para lanzar su industria petrolera, Noruega calibró sus reglas de manera realista y exigió que los proveedores extranjeros trabajaran directamente con las firmas locales. Y más importante aún, invirtió en formar su fuerza laboral.

A los brasileños les bastaría ver lo que sucedió con Pemex, la estatal petrolera de México, para darse cuenta de lo que sucede cuando se politiza un auge petrolero, o lo que sucedió con Venezuela, para ver la corrupción que puede generar el petróleo. Petrobrás tiene a su favor el hecho de que se maneja como una meritocracia. Pero los monopolios no siempre logran mantener la compostura. Afortunadamente, Brasil no es Venezuela. Sus líderes podrían demostrarlo si cambian las leyes y se acercan más al ejemplo noruego.




Este es el resumen del artículo "El diablo está en el petróleo a alta profundidad" publicado en Noviembre 05, 2011 en la revista The Economist.

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