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Ducha fría



Revista: América Economía
Tema: Comercio exterior
Fecha: Noviembre 2011
Colombia logró finalmente firmar un tratado de libre comercio con EE.UU. Sumando y restando, ¿quién gana y quién pierde? Mientras hay sectores que nadan como pez en el agua, otros deberán ponerse el salvavidas para mantenerse a flote en las aguas del libre comercio. La implementación de este TLC y los que vienen obligarán a Colombia a redefinir su perfil productivo para concentrarse en donde es competitiva. El año pasado el 43% de las exportaciones colombianas tuvieron como destino Estados Unidos, con ventas de US$ 16.900 millones y una balanza comercial favorable frente a importaciones de US$ 10.400 millones. Durante los ocho primeros meses de este año las exportaciones colombianas han ido en incremento, generando un superávit de US$ 4.441 millones.

Pero el sector agrícola de Colombia podría ser uno de los primeros damnificados del TLC. “Las consecuencias serían que se aumenten las importaciones agrícolas y de alimentos en cinco millones de toneladas, implicando el desplazamiento de siembras, cosechas y empresarios del sector en muchas áreas”, dice Álvaro Zerda, profesor de ciencias económicas de la Universidad Nacional. Sin embargo, Marcela Anzola, consultora en comercio internacional, afirma que el sector agrícola saldrá ganando y los sectores vulnerables tendrán tiempo de adoptar medidas, pues la desgravación no será inmediata y, en algunos casos, abarca hasta los 20 años.

Los críticos del tratado opinan que su puesta en marcha tendrá impacto adverso para Colombia en términos de balanza comercial. Por el contario, el gobierno asegura que las economías son complementarias y sus cálculos apuntan a que la puesta en marcha del TLC generará 300.000 empleos, aumentará el PIB en un punto en los próximos cinco años y hará crecer la economía entre 0,5 y un punto.

Todo dependerá de qué tan rápido pueda salir EE.UU. del estancamiento económico en que se encuentra desde 2008. Todo lleva a pensar que la economía estadounidense está sumida en una trampa de liquidez, donde a pesar de las tasas de interés nulas, ni la demanda ni la creación de empleos aumenta. Lo que está claro es que la herramienta utilizada por Washington para equilibrar sus cuentas es la clásica devaluación. Y con un dólar débil las importaciones se resienten. Cabe preguntarse también si el flamante TLC es señal de una nueva era en las relaciones entre EE.UU. y Colombia. Una en que Washington se vaya paulatinamente retirando de los temas de seguridad interior colombiana y reduciendo, por tanto, su apoyo financiero a los programas de esta área. De ser así la ducha fría se la darán los contratistas de seguridad y las fuerzas armadas.




Este es el resumen del artículo "Ducha fría " publicado en Noviembre 2011 en la revista América Economía.

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