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La magia de las diásporas |
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| Este no es el mejor momento de ser extranjero. Los grupos antiinmigración están ganando apoyo en Europa, mientras que, en EUA, Barack Obama no ha logrado apoyo para la reformar inmigratoria que prometió en su campaña, aparte de que los candidatos presidenciales republicanos preferirían electrificar la cerca que está en la frontera con México que darles educación a los hijos de los inmigrantes ilegales. EUA forma científicos extranjeros en sus universidades y luego los echa.
Este cambio de actitud tan poco liberal no es de sorprender. Es el resultado de una crisis económica cíclica combinada con un aumento de presión en las fronteras de los países ricos. Pero los gobiernos que están sopesando ahora si deben cerrar o no la puerta también deberían tomar en cuenta otro factor: la creciente importancia económica de las diásporas y la contribución que estas pueden hacer al crecimiento económico del país. Las diásporas (de hugonotes, escoceses, judíos y muchos otros) siempre han constituido una gran fuerza económica. Hoy en día hay 215 millones de inmigrantes de primera generación en todo el mundo; es decir, un 3% de la población mundial. Si fueran una nación, tendrían el tamaño de Brasil.
Estas redes de parentesco e idioma facilitan los negocios entre fronteras. Además, aceleran el flujo de información. Por ejemplo, un comerciante chino en Indonesia, que ve una oportunidad en el mercado (por ejemplo, vender paraguas baratos), puede alertar a su primo que está en Shenzhén y que conoce al dueño de una fábrica de paraguas. Los lazos de parentesco fomentan la confianza, así que logran cerrar el negocio e importar los paraguas a Yakarta antes de la temporada de lluvia. La confianza es importante sobre todo en los mercados emergentes, donde el imperio de la ley es más débil. También es importante conocer la cultura local. Este es el motivo por el que, por ejemplo, tantas inversiones extranjeras en China pasan directamente por la diáspora china.
La furia contra los extranjeros se fundamente normalmente en dos nociones. Primero, dado que tantos inmigrantes dependen de la asistencia social, estos constituyen una carga para las arcas públicas. Segundo, dado que los inmigrantes están más dispuestos a trabajar duro por menos dinero, terminan siendo la causa de que los salarios disminuyan. El primer argumento suele ser falso y el segundo es difícil de comprobar. Las inmigraciones llevan consigo jóvenes a países que están envejeciendo rápidamente. Esto es bueno tanto para quienes llegan con una maleta llena de sueños como para los que deberían darles la bienvenida.
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Este es el resumen del artículo "La magia de las diásporas" publicado en Noviembre 19, 2011 en la revista The Economist.
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