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¿Es este realmente el fin? |
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| Aunque la zona euro esté próxima a un colapso, la mayoría de los ciudadanos creen que los líderes europeos harán todo lo posible por salvar su moneda única, pues las consecuencias de la destrucción del euro serían catastróficas. Una desintegración del euro causaría una crisis mundial peor que la vivida entre 2008-2009, en donde los países europeos se caerían a pedazos ante los impagos, la caída de los bancos y la imposición de controles de capital.
No obstante, muchos otros ponen en duda la supervivencia de la Unión Europea a raíz del pánico financiero, la perspectiva económica cada vez más sombría y las políticas arriesgadas sin sentido. Los temores de los inversores sobre una posible desaparición del euro han provocado un pavor ante los activos de las economías más débiles, algo que ni las más fuertes acciones de los mismos gobiernos parecen poder evitar.
El pánico que aborda a los bancos europeos es también muy alarmante: 1) el acceso a mercados de mayor financiamiento está prácticamente cerrado, 2) el mercado interbancario sufre grandes tensiones, 3) la crisis crediticia se agudiza mientras los bancos luchan por vender sus activos. A esto se le suma, una gran austeridad fiscal, un desplome en el desarrollo empresarial y la confianza de los consumidores, lo que profundiza aún más los déficits presupuestarios y las deudas gubernamentales y aumenta la presión popular hacia la austeridad y la reforma.
Pese a lo incierto del panorama, sí parece haber luz al final del túnel, pero el tiempo se acaba. Las crisis financieras del pasado nos muestran que el colapso de la eurozona podría evitarse con políticas audaces para recapturar la confianza del mercado. Sin embargo, los legisladores europeos se muestran poco capaces o dispuestos a asumir esta responsabilidad y el Banco Central Europeo (BCE), que es la única institución que podría proporcionar alivio inmediato, se rehúsa a cambiar su postura.
Las consecuencias podrían ser menores si el BCE, como prestamista de último recurso, salvara los bancos inyectándoles liquidez ilimitada durante un período más prolongado de tiempo y, a su vez, evitara la caída de precios a través del recorte de tasas a corto plazo y la compra de bonos del Estado a larga escala. Para restaurar la confianza y atraer nuevamente a los inversores a los bonos soberanos, es necesario también crear un instrumento de deuda confiable que involucre una responsabilidad conjunta para las deudas del Gobierno.
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Este es el resumen del artículo "¿Es este realmente el fin?" publicado en Noviembre 26, 2011 en la revista The Economist.
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