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Nos vamos todos a Brasil | 
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| Por estos días lo que más se necesita en Brasil son ejecutivos calificados y capaces de sostener el nivel de crecimiento del país. Esto se ha traducido en una serie de acciones de parte de las empresas para captar y retener talento, buscando suplir de cualquier manera la carencia de mano de obra, ya sea robando a la competencia, buscando personas jubiladas, europeos o latinoamericanos. Y cada empresa tiene una estrategia distinta, en dependencia del sector. Dada su escasez, allí el talento se está pagando muy bien para los estándares de América Latina. El proceso de búsqueda de empleo para cargos más estratégicos suele pasar por una empresa de captación o a través de las sucursales de las compañías en la región o el extranjero. Pero también existe el espacio para candidatearse a uno de estos cargos.
Los especialistas en reclutamiento aseguran que se debe poseer un cierto bagaje de conocimientos y competencias. Es necesario tener un indicio, al menos, de portugués, y experiencia internacional. En Brasil, el inglés es el idioma más demandado por las empresas, pues pocos brasileños lo hablan, pero se agradece al extranjero que maneja la lengua local. La experiencia regional e internacional es igualmente imprescindible. Cuando se trata de directivos de primer nivel de reporte, se busca que tengan experticia a nivel regional, que manejen los riesgos y conozcan varios mercados. A su vez, deben poseer habilidades blandas. Se tienen que sentir cómodos con los cambios organizacionales y no todo el mundo tiene este perfil. Dado el contexto económico brasileño, las compañías buscan ejecutivos que sepan adaptarse a un ambiente dinámico y en crecimiento, y a la complejidad laboral, debido al alto grado de burocracia y largas horas de trabajo.
Ante el festival de halagos que concita Brasil hoy, la violencia sigue siendo todavía la principal preocupación. También existen complicaciones legales y burocráticas. La burocracia es un tema significativo, así como la violencia urbana. Al ejecutivo le tocará viajar de una ciudad a otra y muchas veces la ruta estará interrumpida, el aeropuerto será un caos y otros muchos inconvenientes. También hay que agregar las dificultades legales para los extranjeros. Aun cuando el mercado laboral se ha abierto significativamente, existe un límite al número de extranjeros que pueden trabajar en una empresa.
En el plano de la cultura y de los signos, el brasileño tiene un estilo de comunicación al que es necesario acostumbrarse. Es muy dubitativo y descansa en el otro la responsabilidad de entender el mensaje. El profesional tiene que saber desenvolverse de una manera mulitsensorial para ser capaz de captar la información. Hay admiración por el “buen oyente”, en contraste con la apreciación del “buen comunicador”. En cualquier caso, Brasil es hoy un mercado de tal magnitud y dinamismo que este tipo de consideraciones pasa a segundo plano. Por el potencial y tamaño que tiene, le agrega mucho valor a cualquier profesional.
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Este es el resumen del artículo "Nos vamos todos a Brasil" publicado en Diciembre 2011 en la revista América Economía.
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