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Hacia la tormenta | 
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| La economía inglesa está en problemas. El poder de compra es escaso. Los salarios han aumentado la mitad que la inflación. Los salarios del sector público quedarán estancados durante dos años. Los ahorristas no quieren seguir escarbando sus cuentas mientras tienen deudas tan altas. Esto implica que la economía inglesa depende de la demanda extranjera.
Dado que dos quintos de las exportaciones van destinadas a la eurozona, la recesión en la Europa continental arrastrará consigo la economía inglesa. Ya ha habido una reducción de empleos en el distrito financiero de Londres, una de las industrias de exportación más confiables de Inglaterra.
Los más seguro es que el Banco de Inglaterra compre en octubre bonos por el orden de los US$ 431 mil millones con nuevo dinero inorgánico. Pero incluso estas medidas inmediatas no podrán evitar un crecimiento negativo durante dos trimestres (suficiente para decir que se trata de una recesión). El segundo sumergimiento de un "doble sumergimiento" debería ser menos profundo que el primero, pues hay menos excesos que corregir. Pero lo más seguro es que el producto caiga en 1%. Y la recuperación después de esto será larga y dolorosa.
Dado el mal estado del país y la naturaleza suicida de los líderes de la eurozona, es difícil que Inglaterra logre evadir otro sumergimiento. ¿Pero hay algo positivo en todo esto? El gobierno ha tenido el instinto de acabar con el déficit rápidamente y dejar de lado la falta de disciplina fiscal de los gobiernos anteriores. Lamentablemente, las opciones para Inglaterra son una peor que la otra.
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Este es el resumen del artículo "Hacia la tormenta" publicado en Diciembre 03, 2011 en la revista The Economist.
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