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A dos años |
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| Mucho se ha alcanzado, pero las cosas no parecen mejorar. Una de las frases del Presidente Bush después de los ataques del 11 de Septiembre, apuntaba a que la victoria ante guerra declarada se componía de una serie acumulada de pacientes y pequeños éxitos. Pero a dos años de los eventos muchos tienen otra óptica y ven la frase "la desastrosa acumulación de fracasos" como más apropiada.
Estados Unidos se enfrascó en un ambicioso proyecto, el de penalizar al terrorismo y gerenciar cambios tanto en el mundo árabe como en Asia Central, focos del Islam, pero dos años parecen haber sido muy poco tiempo para originar resultados positivos. En Irak por ejemplo, no puede declararse el triunfo hasta que se instaure un régimen que dure en el poder (lo cual parece difícil). No obstante el mayor fracaso se ha localizado en el Oriente Medio. La renuncia del primer ministro palestino, Mahmoud Abbas, y el resurgimiento de la violencia entre la armada Israelí y los grupos terroristas palestinos confirman que falló el intento de Bush por buscar un entendimiento entre ambos bandos.
Ni los palestinos ni los israelíes han hecho algo por alcanzar lo establecido en el documento de paz respaldado por la Unión Europea, Rusia y las Naciones Unidas. La esperanza estribaba en que Abbas podría haberse constituido como la autoridad para resolver las diferencias y hacer que Israel se retirara del territorio ocupado. Bush habría persuadido al primer ministro israelí Ariel Sharon para asegurar su intención de sumarse al acuerdo y parar la edificación de cercos de seguridad en territorios palestinos. Tras estos tropiezos, Estados Unidos se ha vuelto menos popular que nunca en los países musulmanes, percepción acrecentada por la declaración de Osama bin Laden cuando anunció la guerra santa contra Judíos y Cruzados en el nombre del Islam, lo que pareció haber abierto una enorme brecha al recordar el inminente enfrentamiento profético entre el Islam y el mundo occidental.
El mundo islámico no es monolítico sino complejo y diverso. Los países musulmanes no se comportan como un bloque de poder. Miles de musulmanes viven en Occidente y muchas ideas de esta cultura han penetrado en el Islam, alimentando el apetito por la democracia, derechos civiles y modernismo. Así se han creado grupos que difieren entre sí aunque están unidos por la fe. En cuanto a la tarea de reconstruir la democracia en Irak, la misma es crucial pero también define sus límites. La propuesta reciente de Bush en las Naciones Unidas de establecer un cronograma de elecciones fue sólo un paso en la dirección correcta, como también lo fue la solicitud al Congreso de recursos adicionales. Otros países podrían solicitar que las Naciones Unidas tuvieran un rol más importante en dirigir y supervisar el proceso y la habilidad debida para ganar legitimidad y reconocimiento internacional. Todavía puede lograrse el éxito. En el caso de Irak, la cuestión sería saber si un gobierno electo puede permanecer en el poder. En tal suposición, una salida estratégica de Estados Unidos no podría contemplarse ya que su permanencia de cierta manera garantiza la estabilidad. Pero tampoco tiene mucho sentido como quieren algunos norteamericanos, el tratar de hacer que otros gobiernos musulmanes adopten la democracia. El 11 de Septiembre no fue una licencia para tratar de imponer las alternativas norteamericanas. Hacer eso significaría correr el riesgo de intensificar el conflicto que los terroristas quisieron provocar hace dos años.
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Este es el resumen del artículo "A dos años" publicado en Septiembre 13, 2003 en la revista The Economist.
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