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La guerra de los terabytes | 
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| La industria financiera ha hecho tal extraordinario trabajo al ponerse a sí misma de rodillas durante los últimos cuatro años que es fácil pasar por alto las amenazas que ésta enfrenta desde afuera. Entre las peores están los ataques electrónicos. En 2010, Symantec, una empresa de ciberseguridad, calculó que tres cuartos de los ataques estilo phishing, en los cuales se engaña a las personas al hacerles develar detalles privados como sus números de cuenta, están dirigidos al sector financiero. Bob Greifield, quien está a la cabeza de NASDAQ, dice que el mercado bursátil está “literalmente bajo un constante ataque”.
Muchos de estos asaltos son llevados a cabo por hackers con tendencia a realizar travesuras. Algunos son obra de grupos criminales organizados que van tras un botín. Pero muchas personas se preocupan de que algunos atacantes se dirijan a causar un daño más serio.
Leon Panetta, el secretario de defensa de EUA, ha sugerido que un ciberataque en los mercados financieros, la red de electricidad y sistemas del gobierno puede ser el próximo “Pearl Harbor”. En una maniobra que recibiera de manera sorpresiva poca atención, Barack Obama firmó una orden ejecutiva sin precedentes durante el mes de julio declarando que fuese una emergencia nacional la infiltración a mercados financieros y comerciales por parte de grupos criminales trasnacionales. Además ésta apuntaba a una “evidencia de lazos que se fortalecen entre [estos grupos] y terroristas”. En una señal de que el Congreso, de igual forma, se encuentra nervioso, su último anteproyecto de ley de asignación de fondos urge un reporte acerca de los riesgos que representa el terrorismo financiero.
El nivel de peligro en que se encuentra el sistema financiero de EUA por ataques deliberados es difícil de juzgar desde afuera. Lo que está claro es que los políticos, reguladores y la industria han luchado por elaborar una respuesta coherente. El Consejo Coordinador del Sector de Servicios Financieros (FSSCC por sus siglas en inglés), un grupo industrial que trabaja bajo los auspicios del departamento del tesoro de EUA, ha desarrollado una “matriz de amenazas” en consulta con un grupo de reguladores financieros que lleva igualmente un nombre tajante, el Comité de Información e Infraestructura Financiera y Bancaria. Pero la información no es siempre compartida a tiempo. Los bancos estaban ofendidos porque los reguladores no les informaron acerca de un gran ataque perpetrado en el NASDAQ en 2010 hasta después de más de tres meses.
Dentro del gobierno, la responsabilidad está fragmentada. En EUA tanto el departamento del tesoro, otros reguladores financieros, el departamento de seguridad nacional como otros poseen una mano en la ciberseguridad financiera. Los puntos no siempre se unen incluso dentro de los departamentos. El departamento del tesoro ha estado enfocado de forma entusiasta en combatir el financiamiento de terroristas, pero parece prestarle menos atención al uso que le dan estos grupos al dinero para debilitar a la banca y a los mercados. Mientras los legisladores luchan por proteger las finanzas de su propia inestabilidad, ellos no deberían descuidar el potencial de las amenazas que provienen desde afuera.
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Este es el resumen del artículo "La guerra de los terabytes" publicado en Diciembre 31, 2011 en la revista The Economist.
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