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Afirmar una división



Revista: The Economist
Tema: Demografía y Migracion
Fecha: Enero 28, 2012
Durante el mes de abril de 2010, como parte de un plan para embellecer el puerto en ruinas cerca del centro de Río de Janeiro para los Juegos Olímpicos de 2016, unos trabajadores se encontraban reemplazando el sistema de drenaje de una plaza en pésimas condiciones cuando descubrieron unas latas viejas. La ciudad llamó a unos arqueólogos, cuyas excavaciones desenterraron las ruinas de Valongo, una vez el escenario de llegada de los esclavos africanos. Alrededor de 500.000 esclavos llegaron allí desde 1811 hasta 1843, según Tânia Andrade Lima, la arqueóloga que estaba a la cabeza de la excavación. Valongo era un complejo, que incluía bodegas donde vendían a los esclavos y un cementerio. Esto es un recordatorio mordaz del tamaño y duración de la comercialización de esclavos en Brasil. De los 10,7 millones de esclavos africanos que fueron enviados a través del Atlántico entre los siglos XVI y XIX, 4,9 millones llegaron ahí. Un poco menos de 400.000 fueron a parar a EUA. Brasil fue el último país de las Américas en abolir la esclavitud, en el año de 1888.

En el censo de 2010, un 51% de los brasileros se definieron a sí mismos como negros o pardos. En promedio, el ingreso monetario de los blancos es un poco mayor del doble que el de los negros o pardos brasileros, según IPEA, un comité asesor ligado con el gobierno. Éste encuentra que las personas negras están relativamente en desventaja en cuanto a su nivel de educación y su acceso a la salud y otros servicios. Por ejemplo, más de la mitad de las personas en las favelas o barriadas de Río de Janeiro son negras. La cifra comparable en los distritos más acaudalados de la ciudad es de sólo un 7%.

Los brasileros han sostenido la opinión por mucho tiempo de que las personas negras son pobres debido a que éstas están en el fondo de la pirámide social –en otras palabras, que la sociedad está estratificada por clases, no por razas. Pero un creciente número está en desacuerdo. Estas “clamorosas” diferencias pueden ser sólo explicadas por el racismo, de acuerdo a Mário Theodoro del secretariado del gobierno federal para la igualdad racial. En un debate apasionado y en algunas ocasiones furioso, los activistas negros brasileros insisten en que el legado de la injusticia de la esclavitud puede ser solamente reversado por políticas de acción afirmativa, de la clase que se encuentran en EUA.

El debate acerca de la acción afirmativa se encuentra dividido tanto en la izquierda como en la derecha. Los gobiernos de Dilma Rouseff, la presidenta, y los de dos de sus predecesores, Luiz Inácio Lula da Silva y Fernando Henrique Cardoso, han apoyado tales políticas. Pero se han movido de manera cautelosa. Hasta ahora, el campo de batalla principal ha sido en las universidades. Desde 2001, más de 70 universidades públicas han presentado cuotas de admisión racial. En las universidades del estado en Río de Janeiro, un 20% de los cupos son apartados para las personas de raza negra que aprueben el examen de admisión. Otro 25% está reservado para una “cuota social” de alumnos provenientes de escuelas del estado, cuyos ingresos familiares sean inferiores al doble del salario mínimo –quienes con frecuencia resultan ser de raza negra. Un gran programa federal les otorga una beca tanto a los estudiantes negros como pardos en universidades privadas.

Estas medidas están comenzando a marcar la diferencia. Aunque tan sólo un 6,3% de las personas negras entre 18 y 24 años ingresaron a la educación superior en 2006, eso representó el doble de la proporción que en 2001, según IPEA (la cifra de personas blancas estuvo en 19,2% en 2006, comparado con un 14,1% en 2001). “Estamos muy contentos, porque en los últimos cinco años hemos colocado a más personas negras en universidades que en los últimos 500 años”, dijo Frei David Raimundo dos Santos, un fray franciscano que dirige Educafro, una institución de caridad que imparte clases para ingresar a la universidad en áreas pobres. “Hoy existe una revolución en Brasil”.




Este es el resumen del artículo "Afirmar una división" publicado en Enero 28, 2012 en la revista The Economist.

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