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Lecciones latinas |
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| El manejo de la crisis económica europea ha sido un desastre. Los líderes de la eurozona han logrado convertir la crisis económica de Grecia, un problema completamente solucionable, en un enigma político que ha puesto en juego al euro como unidad monetaria única. Grecia sufre una fuerte recesión: su PIB está en caída libre y las tasas de desempleo han aumentado durante tres años consecutivos. Una mayor austeridad fiscal no haría más que generar mayores presiones dentro del país. Dado este sombrío panorama, algunos analistas sugieren que la mejor solución sería que Grecia saliera de la eurozona y reintrodujera su propia unidad monetaria, tal cual lo hiciera Argentina en 2002.
Es cierto que tras la readopción y devaluación del peso, y tras un doloroso (si bien corto) período de ajustes, Argentina disfrutó de seis años de rápido crecimiento. Pero el caso de Argentina se dio dentro de circunstancias muy particulares. El alza de los precios de las exportaciones conllevó un superávit de las reservas y la implementación de una política fiscal prudente permitió un equilibrio interno. Sin embargo, Grecia no cuenta con condiciones externas favorables y ya está sumida en una profunda recesión fiscal.
El desacato de las autoridades monetarias en Argentina generó una situación terrible. Se dejaron de honrar buena parte de los contratos, lo que empañó el clima financiero. Además, readoptar una moneda ya abandonada es más difícil. Argentina nunca dejó de usar el peso. En cambio, Grecia descartó el dracma. Generar confianza en el dracma en medio de una crisis sería todo un desafío. Y convencer a los posibles inversionistas de que asuman proyectos denominados en una moneda que ha sido reintroducida será casi imposible. Quienes sugieren que Grecia debe dejar la eurozona están menospreciando las devastadoras consecuencias de semejante jugada. La experiencia de Argentina no debería ser un ejemplo a favor sino en contra de esta medida. Aun así, el problema continúa: ¿Qué hacer para que Grecia recobre su competitividad? Lograrlo sin devaluación es muy difícil.
Lo que se necesita es un marco legal que reconozca que el proceso de ajustes y reformas se extenderá durante mucho tiempo (quizá diez años). La competitividad surgirá a partir de las reformas estructurales. Además, el programa debe reconocer que Grecia no tendrá acceso a los mercados y que el estado deberá controlar las finanzas durante un largo plazo. Este tipo de programas se puede desarrollar mejor dentro del marco de la eurozona.
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Este es el resumen del artículo "Lecciones latinas" publicado en Febrero 18, 2012 en la revista The Economist.
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