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La nueva jefa



Revista: América Economía
Tema: Mujeres en gerencia
Fecha: Febrero 2012
Con un temperamento similar al de Dilma Rousseff, Maria das Graças Foster será la primera mujer en ocupar la presidencia de la empresa más grande de América Latina y la más rentable para el fisco brasileño. La oficina del piso Nº 23 del edificio corporativo de Petrobras, en Rio de Janeiro, tiene un nuevo ocupante. O más bien, una ocupante. Maria das Graças Foster, directora de la división de gas y petróleo de Petrobras, pasará a ocupar el puesto de José Sérgio Gabrielli, quien multiplicara los ingresos de la empresa por seis en los años en que estuvo a cargo de ella.

La llegada de Graça, como le gusta que la llamen, agradó en un primer momento al mercado. La nueva presidenta es una funcionaria de carrera, algo bien visto en una empresa en la que se ha acusado insistentemente la interferencia política del gobierno de turno. Una paradoja, pues el nombramiento de Foster tiene la firma de la presidente Dilma Rousseff. Petrobras tendrá accionistas privados, pero el que da las cartas sigue siendo el gobierno federal.

A mediados de enero, cuando comenzaron los rumores sobre el inminente cambio de mando, las acciones de Petrobras subieron levemente y tras la confirmación de Foster saltaron un 3,6% (las ordinarias). Además del nombramiento de Foster, los analistas atribuyen el hecho al embargo petrolero impuesto contra Irán por la Unión Europea. Para Marco Aurélio Barbosa, analista de la corredora Coinvalores, además de sus capacidades técnicas, la ejecutiva tiene a su favor buenos resultados en todas las áreas donde se desempeñó. “Ella se hizo cargo de divisiones que perdían dinero y consiguió hacerlas ganar”, dice.

De origen humilde, Foster estudió ingeniería química, con maestría en ingeniería mecánica y nuclear, además de un MBA en la Fundación Getúlio Vargas. Entró a Petrobras en 1978 como estudiante en práctica y fue ascendiendo de puestos hasta que, en 2003, la entonces ministra de Energía y Minas, Dilma Rousseff, la invitó a ocupar la secretaría de Petróleo, Gas Natural y biocombustibles. En 2007, ella asumió la estratégica dirección de la división de gas y petróleo de Petrobras. De temperamento agresivo, Foster se ganó el apodo de “Maria Caveirão”, en alusión a los vehículos blindados que utiliza el batallón de operaciones especiales de la policía militar en Río de Janeiro. Es militante del Partido de los Trabajadores (PT) y de perfil técnico, dos características que comparte con Dilma Rousseff.

Pero esta cercanía con la jefa del Planalto también tiene lecturas negativas, especialmente en un mercado sensible a la injerencia política en los asuntos corporativos. Para Dejneka, de Futures International, ése ha sido “uno de los mayores obstáculos para la empresa en lo que respecta a los inversionistas internacionales”. Ildo Sauer, profesor de la USP, es aún más crítico: “El gobierno quiere una institución dócil”. El académico y ex director de la empresa dice no poder afirmar nada de la proximidad entre Graça y Dilma, en términos de aumentar o reducir la injerencia estatal en la compañía, “pero espero que Petrobras no se torne una empresa que tiene por único objetivo atender a la base política del gobierno”.

Para el politólogo David Fleischer, profesor de la Universidad de Brasília, “todavía hay mucha oposición a la llegada de Graça por el hecho de ser mujer. Durante mucho tiempo su ascenso fue bloqueado por José Dirceu, el ex jefe de la Casa Civil (caído en desgracia por el escándalo conocido como O Mensalão, el caso de corrupción más importante de la era Lula). Sin Dirceu, el camino quedó libre”. Otro aspecto polémico de Foster, antes que asumiera la presidencia, fue el que reveló el año pasado el diario Folha de São Paulo. Según una nota publicada por el periódico, la empresa C Foster, de propiedad de Colin Vaugham Foster, marido de la nueva presidenta, firmó 42 contratos con la empresa estatal entre 2007 y 2010. De éstos, 20 fueron firmados sin licitación y comprendían la adquisición de componentes electrónicos. La empresa informó que la falta de licitación se debió a los bajos montos involucrados. El Financial Times profundizó la información revelando que los contratos ascendían a US$ 350.000. Contactado por el Financial Times, Colin Foster respondió lacónicamente que su empresa “no tiene contratos con Petrobras ni con ninguna de sus subsidiarias”.

En los próximos meses, Foster deberá demostrar que éste no será un tema de preocupación. Todos los pros y contras de su nombramiento se relacionan con el sistema de gobierno corporativo de una empresa estratégica para Brasil y para el mercado financiero. Los accionistas han visto caer el valor de la acción, y el repunte de las mismas es una buena señal. Pero los temores persisten frente a un accionista mayoritario que tiene siempre la última palabra.




Este es el resumen del artículo "La nueva jefa" publicado en Febrero 2012 en la revista América Economía.

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