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Pozos y armas | 
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| Con un rendimiento en la producción de crudo que se ha duplicado en los pasados seis años, de 525,000 b/d en 2005 a un promedio diario de 914,000 el pasado año, Colombia está disfrutando de un boom del petróleo. Pero las petroleras en ese país están tenido que lidiar con otro problema: la seguridad. Emerald Energy, filial británica de Sinochem de China, ha sufrido repetidos ataques de las guerrillas de las FARC, que demandan US$ 10 por cada barril de petróleo, y al negarse a pagar, tres miembros del personal chino, junto con su traductor, fueron secuestrados en junio pasado. Después de un ataque con bomba a un pozo, Emerald anunció el 6 de marzo que suspendería operaciones hasta que la seguridad mejorara. Después de recibir garantías del Ejército, la producción continuó al día siguiente, pero seis días después, volvieron a ser atacados, quedando dos civiles muertos.
Aunque Colombia hoy es más segura que hace una década, los ataques a la infraestructura del petróleo se han más que duplicado entre 2008 y 2011. En enero y febrero, hubo 13 ataques separados al principal oleoducto del país que va desde Caño Limón a Coveñas, que sólo pudo bombear petróleo 20 días en ese período. El oleoducto transandino del sur fue atacado 51 veces el pasado año. En febrero, el ELN secuestró en Casanare a 11 hombres que construían el nuevo oleoducto Bicentenario. Y sospechan que las guerrillas están tras algunas protestas de la población local, demandando más dinero y trabajo. El pico de violencia preocupa a la Asociación Petrolera de Colombia (que agrupa a todas las petroleras privadas del país), aunque comprenden que los problemas de seguridad en la industria son en parte consecuencia de su propio éxito, pues se han convertido en un blanco mucho mayor.
Hay mucho detrás del boom del petróleo. Para atraer la inversión, el presidente Álvaro Uribe (2002 – 2010) autorizó la exploración en grandes áreas del país y ofreció deducciones fiscales. Las empresas privadas ya no tenían que asociarse con Ecopetrol, y el gobierno vendió acciones de la estatal, haciendo crecer su gasto de capital 4 veces desde 2007. A la vez, Colombia se beneficiaba del aumento en la seguridad, y de la hostilidad de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina a los inversionistas extranjeros. La inversión extranjera petrolera directa saltó de US$ 278 millones en 2003 a US$ 4.3 mil millones en 2011. Muchas son empresas nuevas, que cotizan en la bolsa de Canadá, pero son manejadas por técnicos despedidos de Pdvsa en 2003. Aunque algunos nuevos campos están en Caquetá y Putumayo, donde pocos se aventuraban antes, la mayoría de la producción extra viene de usar la nueva tecnología para aumentar el rendimiento de los viejos pozos.
La oleada de ataques a las instalaciones, sin embargo, significó que la producción se quedó por debajo de la predicción del gobierno de 1 millón de b/d para finales del pasado año. Para alcanzar la meta de 1.5m b/d para 2015 se requerirá de una presión continua sobre las guerrillas. La violencia se debe en parte a la reforma en las regalías hecha por Juan Manuel Santos, sucesor de Uribe. La mayoría iban a los alcaldes de las áreas petroleras y eran a menudo robadas por la guerrillas o paramilitares. Ahora van al gobierno central, que las entrega con un criterio más estricto, por lo que son extorsionadas las compañías petroleras y no los alcaldes. Esto también se ve como un problema de éxito, pero uno que debe ser reparado.
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Este es el resumen del artículo "Pozos y armas" publicado en Marzo 17, 2012 en la revista The Economist.
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