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Islas en disputa | 
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| A fines de enero pasado, el ministro británico de Energía, Chris Huhne declaró que la exploración inicial que se ha hecho de las aguas territoriales de las Islas Malvinas es decepcionante, respuesta similar a la que Desire Petroleum, una de las empresas que extraen el oro negro desde allí, señaló a comienzos de 2010. Lo que más molestó a la presidenta Cristina Fernández fue que Londres admitiera la explotación petrolera con desenfado. Aseguró que Argentina había vivido durante muchos años una etapa de “desmalvinización” y que era el momento de corregir el rumbo, no por reivindicar hechos ocurridos durante la dictadura, sino porque “Inglaterra está depredando nuestros recursos naturales, nuestro petróleo, nuestra pesca”. Alentó el cumplimiento de la resolución de las Naciones Unidas de sentarse a negociar y a dialogar, pero ello implicaría definir el objeto de la negociación.
Para Daniel Montamat, expresidente de YPF y que fue secretario de Energía en el gobierno de De la Rúa, el negocio debe ir de la mano del diálogo. Cree que Argentina no se puede arriesgar a que Inglaterra encuentre un yacimiento medianamente bueno, porque le podría dar autonomía a las Malvinas, bajo el estatuto de estado libre asociado, y el asunto dejaría de ser bilateral. Por eso hay que crear una “veta negociadora”, que podría ser la del petróleo en una prospección en conjunto con los ingleses, del orden de los 13 mil barriles al día. Él ya expuso en parte esta teoría junto a Daniel Kelner hace dos años. Y el consejo para Gran Bretaña era abstenerse de tomar decisiones unilaterales sobre el petróleo y otras actividades comerciales en la región hasta que se alcanzara un acuerdo y convencer a los isleños de que las negociaciones les benefician. Pero el consejo no ha sido tomado en cuenta, y se siguen perforando pozos en el sector en disputa.
Otros analistas comparten la tesis de Montamat, pero advierten que es momento de aprovechar la crisis en Europa para insistir con una negociación económica. No se trata de compartir los recursos de por vida, sino de darle al ocupante alguna perspectiva de hacer negocios sin problemas, porque igual van a tener la capacidad y el poder de hacerlo por su cuenta. Inglaterra es capaz de sostener ese tipo de negociaciones y el acuerdo chino-británico respecto a Hong Kong es un ejemplo. Negociar de este modo le permitiría a Argentina hacer acuerdos con empresas como Petrobras, o la nueva exploradora mar adentro de Brasil, para obtener los beneficios que hoy no tiene.
Para otros expertos, la tesis de Montamat de negociar con el oro negro es una estrategia que ya se siguió, a través de un tratado internacional sobre áreas petrolíferas y que Gran Bretaña incumplió. Además, la estrategia de Inglaterra sobre sus dominios de ultramar es que éstos logren autosuficiencia económica y, en un futuro lejano, autodeterminación política. Sí hay que encontrar una “veta negociadora”, pero eso no será fácil, ya que al recurrir a la ONU, Argentina demuestra que su intención es discutir soberanía, y Gran Bretaña no se va a sentar a debatir eso. Por ello en la estrategia de la presidencia estaría también la mediación. Treinta años después de la guerra, y con los británicos aún con la sartén por el mango, Argentina deberá jugar con más inteligencia que pasión.
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Este es el resumen del artículo "Islas en disputa" publicado en Marzo 2012 en la revista América Economía.
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