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El espejo de Miami |
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| En los primeros quince años de la revolución, medio millón de cubanos llegaron a Miami. Algunos eran esbirros de Batista, temerosos de cualquier venganza. Pero la basta mayoría era comerciantes y profesionales que simplemente no querían vivir en un régimen comunista. Gracias a un generoso programa de asimilación y al impulso empresarial de estos inmigrantes, Miami dejó de ser un centro turístico somnoliento y pasó a ser un centro de comercio muy dinámico. Una pequeña minoría se dedicó a la violencia. Un caso notable fue el ataque terrorista de 1976, que culminó con la explosión de una bomba dentro de un avión civil cubano en el que murieron 73 personas.
Pero lo más importante es que los cubanos desarrollaron la maquinaria política más poderosa de la historia estadounidense, dedicada al derrocamiento de los Castro mediante el embargo económico impuesto a partir de 1960. Tres de los cuatro distritos de Miami están en manos de republicanos cubanoamericanos y lo mismo podemos decir de uno de los dos curules que le corresponden a Florida en el Senado. Esta maquinaria política es lo que permite explicar por qué Estados Unidos no ha establecido relaciones normales con Cuba tal cual lo ha hecho con China y, desde 1995, con Vietnam. "Es una política de la revancha. Se vende bien, pero no tiene nada que ver con lo que está sucediendo en Cuba", señala Joe García, político de línea moderada y que dos veces ha perdido en las elecciones de la Cámara baja de Miami.
Pero, tras varias décadas, ha habido cambios tácticos en la política estadounidense. Por ejemplo, Barack Obama eliminó todas las restricciones que tenían los viajes y las remesas hacia Cuba. Aun así, estas medidas quedaron en el limbo cuando Cuba arrestó a Alan Gross, un supuesto agente estadounidense. Hasta los momentos, ni Cuba ni Estados Unidos han hecho nada por reestablecer las relaciones.
Sin embargo, las políticas de Obama reflejan tanto el cambio que ha dado la población cubanoamericana en el sur de la Florida como el cambio de la isla. Cerca de 400 mil cubanoamericanos (que hoy en día totalizan 1.2 millones) se comportan más como inmigrantes económicos que como exiliados políticos. Mantienen lazos estrechos con la isla. Sin embargo, la comunidad cubanoamericana no ha evolucionado del mismo modo en materia política. Esto se debe sobre todo al hecho de que los cubanoamericanos más viejos suelen votar más que los jóvenes y a favor de la causa en contra de Castro. Sus hijos y los que han llegado más recientemente están menos inclinados a votar y se preocupan más por su situación en Estados Unidos.
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Este es el resumen del artículo "El espejo de Miami" publicado en Marzo 24, 2012 en la revista The Economist.
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