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La penosa y beneficiosa rutina de ejercicios a medio día | 
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| Es jueves a la 1:30 p.m., y mientras mis colegas de trabajo se encuentran laborando intensamente en sus escritorios, yo ando en franelilla y zapatos deportivos, casi terminando una rutina de ejercicios en una máquina elíptica. Estoy preocupado de que mi editor me quiera contactar. Espero no haber olvidado mis reuniones pautadas. Me quedan 40 minutos para devolverme a la oficina. No he almorzado.
Este viaje al gimnasio es un experimento. Soy parte del 23% de los estadounidenses adultos con empleos a tiempo completo que, según la Oficina de Estadísticas Laborales de EUA, realmente se toman la molestia de ejercitarse regularmente durante la semana. Para hacerlo caber en mi agenda, suelo realizarlo por las mañanas, a una hora pesadamente temprana. Si aguardo hasta el mediodía, encuentro que estoy demasiado cansado, demasiado flojo, o ambas cosas. Pero existe una tercera opción que siempre quise intentar: convertirme en una de esas personas que se ejercitan en medio de la jornada laboral.
Los que entrenan a medio día son un grupo engañoso. Ellos desaparecen a la hora del almuerzo y regresan con las caras lavadas y el cabello humedecido, a veces llevando consigo una alfombra de yoga enrollada que rápidamente guardan detrás de sus escritorios para así unirse a sus holgazanes colegas para una reunión en horas de la tarde. Pregúnteles donde han estado y ellos podrían admitirle que haciendo ejercicio, o podrían sonreírle de manera astuta y sólo decir que tuvieron que salir. Aunque las empresas han estado alentando a los empleados por años a que se ejerciten más (para poder mejorar las primas de seguro, algunas corporaciones ofrecen reembolsos por membresías en gimnasios, mientras otras han recurrido en pagarle a los empleados por kilómetros al correr o nadar), muchos empleados conscientes de la salud todavía se ejercitan antes o después del día laboral. Aquellos que lo hacen a la hora del almuerzo a menudo se encuentran atrapados entre el deseo de mantenerse en forma y el miedo de que estén desperdiciando trabajo.
Según Steven Mena y Abraham Scott, dos entrenadores personales del gimnasio Equinox en Nueva York, existe un tipo específico que visita los gimnasios durante la jornada de trabajo. Mientras los que vienen al anochecer son más jóvenes, porque todavía no tienen familias que los esperan en casa, los del medio día son de mayor edad, más profesionales y más disciplinados. “Ellos poseen una agenda que cumplir y tienen sólo 45 minutos para poderla terminar”, dice Mena. Incluso existen programas como el CrossFit que promete una rutina de ejercicios en tan sólo 20 minutos. Mientras tanto, él dice, “el público que viene después del trabajo trata el gimnasio como si fuera un happy hour”.
“Me da muchísima energía”, dice Valerie de 29 años, quien trabaja en una empresa de promociones. “Si no salgo de la oficina, me siento miserable”, añade Stephanie de 22 años, quien trabaja en el área de finanzas. “Mi calendario se basa en esto”, dice John Froud de 46 años, quien dice tener a su asistente arreglando sus citas en el calendario para poder acomodar sus viajes al gimnasio. Casi todo el mundo coincidió con Valerie en que una rutina de ejercicios a medio día los hizo más productivos cuando ellos retornaban a sus puestos de trabajo.
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Este es el resumen del artículo "La penosa y beneficiosa rutina de ejercicios a medio día" publicado en Abril 02, 2012 en la revista Business Week.
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