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La gran caída china |
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| Hay un viejo proverbio chino que dice así: "Cuando uno monta un tigre, es difícil bajarse". El corolario es claro para los líderes de los 1.300 millones de chinos: Permanecer en el lomo del tigre, emitir órdenes y esperar que la bestia no se les venga encima. Durante el último cuarto de siglo, este enfoque les ha funcionado a los mandarines del Partido Comunista. China se ha vuelto una maravilla económica y ha reclamado su puesto como superpotencia. Las libertades civiles, el desarrollo social y la transparencia política han estado subordinadas a los imperativos del crecimiento. Las crecientes quejas sobre la avaricia y el bandidaje de los funcionarios gubernamentales se han dejado de lado siempre y cuando una élite ilustrada guíe al estado con mano férrea. Incluso cuando los han presionado para que lleven a cabo reformas, los líderes chinos no temen que el poder se les escurra de la mano.
Pero esto está cambiando. El Partido Comunista está enfrentando la mayor amenaza a su autoridad desde el levantamiento de la Plaza Tiananmen en 1989. El caso de Bo Xilai alarma a los líderes chinos precisamente porque debilita la imagen de fortaleza y competencia que tanto les ha costado crear. Este principito, que supuestamente le pondría mano dura al crimen y que estaba siendo bienvenido dentro de la élite gubernamental, fue acusado de corrupción; su esposa está implicada en el homicidio de un ciudadano inglés; la fortuna de la familia, que llega a cien millones de dólares, ha demostrado el hecho de que los burócratas de alto rango viven a costas del erario público.
Estos episodios le han revelado al mundo (y a una buena porción del país) los altos niveles de avaricia, violencia y engaño que reinan entre las altas cúpulas del gobierno. El poder de los comunistas no está en peligro inminente, pero sí lo está la legitimidad de los mismos.
Dada esta falta de legitimidad, los líderes chinos sólo podrán conservar el poder si logran que la calidad de vida del pueblo aumente constantemente. Jason Mann, jefe de Barclays, en Hong Kong, convierte el proverbio chino sobre el tigre en un proverbio sobre surfistas. "Siempre y cuando te mantengas frente a la ola todo estará bien", señala. El problema es que siempre estás en peligro de que te trague la ola. Esta no es la mejor manera de dirigir un país. La democracia y la transparencia son valores que los gobiernos y líderes de negocio Occidentales deberían tratar de imponer en China, aunque sea con el mayor tacto posible.
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Este es el resumen del artículo "La gran caída china" publicado en Mayo 07, 2012 en la revista Business Week.
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