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Un toro venido a menos |
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| Los últimos tiempos le han traído al gobierno de Brasil algunas ansiadas victorias. La moneda sobrevaluada se ha debilitado con respecto al dólar estadounidense a dos reais, desde su nivel máximo de 1,54 en julio del año pasado. Las tasas de interés del banco central al 9% se encuentran cerca de su nivel histórico más bajo y deberían seguir bajando más tras la valiente decisión de la presidenta Dilma Rousseff en reducir los intereses de las cuentas de ahorros respaldadas por el gobierno, las cuales con anterioridad actuaban como suelo. Ambos acontecimientos fueron bien recibidos por los fabricantes, quienes habían estado trabajando por años bajo una moneda turboalimentada y altísimas tasas de interés. Aun así, ninguno de éstos fue lo suficientemente bueno como para reversar un reciente cambio de humor en contra de Brasil.
Los inversionistas al principio se encontraban incrédulos con la inclusión de Brasil en las BRIC, acrónimo ingeniado en 2001 por Jim O’Neill de Goldman Sachs para agrupar a Brasil, Rusia, India y China como economías emergentes. Pero la estabilidad macroeconómica, la desigualdad en la caída de ingresos y el auge global de los commodities garantizaron el crecimiento parejo y políticamente armonioso de Brasil. Unas fuertes entidades bancarias y demanda doméstica conllevaron a una rápida recuperación de la crisis crediticia de 2008. En 2010, la economía de Brasil creció en un 7,5% para convertirse en la séptima más grande del mundo. Los brasileros, cautelosos por una historia de hiperinflación e incumplimientos de pago de la deuda, finalmente se relajaron y aceptaron los aplausos.
Esto no duró por mucho tiempo. Brasil creció sólo un 2,7% durante 2011. Eso cayó mal en el grupo de las BRIC con alto crecimiento: Rusia, India y China lograron entre un 4,3% y 9%. Los inversionistas extranjeros y aquellos que los aconsejan están reportando una nueva y menos idealista aproximación. “Los días de Brasil con pase libre han terminado”, dice la consultora Booz & Company. Otros van más lejos: en un artículo de la revista Foreign Affairs titulado “Pesimistas con respecto a Brasil”, Ruchir Sharma de Morgan Stanley sostiene que la nación surgió con los precios de los commodities y que caerá de nuevo cuando estos bajen.
Una reevaluación acerca del más reciente desempeño de Brasil se encuentra vencida. Entre los años 2000 y 2010 las condiciones comerciales de Brasil mejoraron en alrededor de un 25%; en los últimos cinco años, el crédito del sector privado subió el doble. Tales vientos a favor no pueden seguir soplando –e incluso con ellos, Brasil ha crecido en promedio sólo en un 4,2% al año desde 2006. Solamente las ganancias por productividad, y más ahorros e inversiones, pueden generar nuevos soplidos. Aquellos no serán vistos en ninguna parte: IPEA, un comité asesor financiado por el gobierno, coloca el crecimiento anual por productividad de la última década en un escaso 0,9%, y mucho de éste proviene de las ganancias de la agricultura. Las inversiones se sitúan en tan sólo alrededor del 19% del PIB. Añada los altos costos laborales y una moneda todavía fuerte, y muchos analistas se encontrarán bajando sus miradas para un crecimiento anual potencial de aproximadamente un 3,5%.
Unas tasas de interés más bajas podrían darle un impulso nuevo al crédito. Pero no uno grande: los consumidores ya se encuentran sobrecargados. La demanda de préstamos entre enero y abril se ubicó en casi un 8% menos que durante el mismo período en 2011. Los incumplimientos de pago se están incrementando y los bancos se encuentran restringiendo sus condiciones. Los préstamos que tengan más de 90 días de vencidos están ahora al 8% del total. Itaú y Bradesco, dos grandes bancos, vieron sus precios de acciones caer recientemente cuando elevaron sus provisiones contra los malos préstamos. Banco Votorantim, el cual ha hecho grandes préstamos para automóviles en los años recientes, ha tenido pérdidas por tres períodos fiscales y se rumora que está en miras de ser adquirido.
Un poco menos de obsesión por Brasil podría ser beneficioso. Ningún país ha podido ser capaz todavía de abolir los ciclos de negocio, y algo de prudencia podría prevenir que la exuberancia se convirtiera en irracional. Incluso mejor, se podría persuadir al gobierno a que elimine algunas de las barreras que están reteniendo a Brasil. Pero aunque sea probable que el crecimiento general sea modesto por algunos años, todavía existen muchas oportunidades, particularmente en los sectores de la agroindustria y la minería, y en los servicios de abastecimiento de comida debido a la creciente demanda en educación, atención médica y otros similares. El nuevo clima es el de estar “selectivamente optimistas por Brasil”.
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Este es el resumen del artículo "Un toro venido a menos" publicado en Mayo 19, 2012 en la revista The Economist.
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