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El Norte está desapareciendo



Revista: The Economist
Tema: Medio ambiente
Fecha: Junio 16, 2012
Entre ahora y principios de septiembre, cuando el paquete de hielo polar llega a su mínimo veraniego, los científicos estudiarán los reportes diarios sobre el hielo marino del Centro Nacional de Datos sobre la Nieve y el Hielo de EUA. Los satélites mostrarán que el hielo se ha reducido más allá de la media a largo plazo, lo que no es una anomalía: desde los 70 se ha retraído cerca de un 12% en cada década. El año pasado el mínimo veraniego fue de 4.33 millones de Km2, casi la mitad de la media de los 60. Los glaciares del Ártico se están retirando. La tierra se está derritiendo: el área cubierta por nieve en junio es 1/5 menor que en los 60. El permafrost se está encogiendo. Plantas, pájaros, peces y animales extraños se mueven hacia el norte. Algunas especies árticas podrían morir. Es una ilustración pasmosa del calentamiento global. Hay graves advertencias sobre su peligro. El mundo estaría loco si las ignorara.

Según reportes, el Ártico se está calentando el doble de rápido que el resto del planeta, al parecer por un efecto catalítico de calentamiento, disparado por el calentamiento global. Cuando la nieve o el hielo se derriten, la superficie ártica absorbe más calor solar, causando un calentamiento local y más derretimiento, lo que causa más calentamiento y así continúa. Esto muestra como aun un pequeño cambio de los sistemas de la Tierra pueden disparar cambios mayores. Algunos científicos ven un “punto de no retorno” en el momento en que el planeta cambie de un Ártico con hielo marino de verano, a uno sin este. La gente del Ártico nota lo que sucede y los gobiernos empiezan a ver una bonanza en el derretimiento. La zona está rellena de minerales antes inaccesibles: 30% de gas natural y 13% de petróleo. Animadas por los gobiernos del Ártico y por las menguantes reservas en otros lugares, las petroleras están yendo hacia el norte a explorar las zonas continentales de Alaska, Canadá, Groenlandia, Noruega y Rusia. En Canadá y Rusia, el derretimiento hará más accesibles sus rutas de navegación, acortando la enorme distancia entre Europa y Asia en más de un tercio.

Ese excitante desarrollo tiene sus riesgos. Muchos temen por las culturas árticas, otros predicen el conflicto entre los países de la zona por los recursos. Los verdes previenen de los riesgos ambientales: un derrame de petróleo sería desastroso para los frágiles ecosistemas árticos. Son miedos razonables, pero a menudo exagerados. La gente del Ártico ha cambiado más por la occidentalización de lo que lo harán por el derretimiento del hielo. Ya no viven en iglúes, y en todas partes, excepto en Rusia, sus derechos son reconocidos. Tampoco hay que preocuparse mucho por un conflicto. La mayor parte de Ártico está demarcada, y los países tienen un incentivo económico para mantenerse en paz. Los riesgos de contaminación por las aguas de las sentinas, las residuales de las minas y el petróleo derramado, son reales, pero el Ártico está, con mucho, entre las provincias petroleras más reguladas. Su desarrollo será mucho más lento y cauteloso de lo que se piensa. Y aun con poco hielo marino, seguirá siendo frío, remoto, tormentoso y por tanto, caro para operar en él.

La preocupación más seria es que el impacto del Ártico que se derrite afecte al planeta, perturbando la circulación oceánica, y que el derretimiento del permafrost lleve a la emisión de masas de dióxido de carbono y metano, y por tanto, a mayor calentamiento, además de elevar el nivel de los mares. La capa de hielo de Groenlandia ha derramado recientemente cuatro veces más hielo que una década atrás. Si el calentamiento continúa, se podría desintegrar, elevando el nivel del mar en siete metros, lo que sepultaría muchas grandes ciudades. Considerar la geoingeniería de la atmósfera para evitarlo podría resultar, pero conlleva enormes riesgos. Un enfoque más lento pero más seguro sería poner precio a las emisiones de gas invernadero, animando a la adopción de tecnologías más limpias. Sería costoso, pero no más que la inacción. Al final, el mundo debería poder controlar el calentamiento global. El instinto de supervivencia lo demanda. Pero es probable que primero se pierda mucho de la excepcionalidad del Ártico, lo que sería una lástima terrible.




Este es el resumen del artículo "El Norte está desapareciendo" publicado en Junio 16, 2012 en la revista The Economist.

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