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Zen y el arte de fabricar automóviles |
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| En Japón, las compañías son constituidas para que duren la vida entera; de hecho, la empresa más antigua del mundo es la constructora japonesa Kongo Gumi, fundada en 578 y dedica al mantenimiento de templos budistas, un negocio que se ha mantenido intacto 14 siglos después. Muchas de las empresas japoneses persiguen principios forjados desde sus años de fundación, tales como la longevidad, consistencia e integración, que son cumplidos a raja tabla por sus empleados. A su vez, las raíces culturales permanecen tan profundas en Japón que la reputación de aquellas empresas que buscan lucrarse para su beneficio propio es considerada vergonzosa.
Lo mismo ocurre con la ingeniería japonesa, que es confeccionada casi como una pasión religiosa; es más, la idea de construir productos lo más cercano posible a la perfección tiene su base en el budismo Zen. De allí que, para las empresas japonesas, es más virtuoso construir productos que venderlos y, por ende, prestan poca atención al marketing. Durante muchos años, esta fórmula japonesa de alta calidad, diseño y precio, ya sea en vehículos de alto rendimiento o aparatos electrónicos de entretenimiento, tales como el Sony Wlakman o el Nintendo DS, rindió sus frutos en mercados occidentales.
Sin embargo, hoy en día, la venta de productos japoneses se ha tornado muy complicada debido al elevado precio del yen y la fuerte competencia de los rivales surcoreanos, quienes han sabido 1) invertir en nuevas ideas, 2) adoptar nuevas tecnologías y 3) pagar a sus proveedores más rápidamente. Este mismo caso se da también con los productos japoneses comercializados en China, donde son considerados muy elaborados en cuanto a su ingeniería para los bajos presupuestos de consumidores ordinarios y, a su vez, no cuentan con el atractivo que deleita a los chinos con alto poder adquisitivo.
El problema radica en que las empresas japonesas carecen del hábito de escuchar a los consumidores y de la habilidad para vender exactamente lo que ellos quieren, lo cual podría resolverse a través del abandono del modelo de negocio actual y la apertura a la innovación, lo que podría revitalizar al capitalismo japonés; no obstante, esta idea es poco probable que se materialice pues las barreras culturales (el dominante temor al fracaso y el terror a dar paso a los jóvenes empresarios extranjeros) siguen estando muy presentes en China.
La otra opción para subsanar esta situación sería hacer un mejor marketing. Normalmente, la estrategia de desarrollo de marca de una compañía japonesa es externalizada a agencias publicitarias con poca influencia en el extranjero y un pobre conocimiento de los medios sociales y digitales. Por tal razón, las empresas japonesas necesitan hacer uso de recursos más potentes para hacer un mejor posicionamiento de la marca no sólo local, sino mundialmente.
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Este es el resumen del artículo "Zen y el arte de fabricar automóviles" publicado en Junio 16, 2012 en la revista The Economist.
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