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Lugo abandonado |
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| El 21 de junio de este año la Cámara de Diputados de Paraguay votó 76 a uno para acusar a Fernando Lugo, un antiguo obispo de izquierda, por tener un “pobre desempeño en sus labores”. Al día siguiente, le fueron dadas tan sólo dos horas al abatido presidente para que se defendiera a sí mismo ante el Senado, el cual con rapidez ratificó la acusación con 39 votos a cuatro. En horas de la tarde del 22 de junio él hizo una aparición en televisión, bromeando que sus sobrinos lo estarían ayudando a sacar sus pertenencias de la oficina presidencial. Federico Franco, su vicepresidente y antiguo aliado, apareció ante las cámaras vistiendo la banda presidencial. El Sr. Franco insistió en que la salida del Sr. Lugo estuvo estrictamente en conformidad con lo que estipula la constitución de la nación. Ciertamente, esto cumplía al pie de la letra con la ley, y los aplastantes votos son algo difícil de discutir. Pero la velocidad de su caída sugería, al menos, que todo fue un complot bien organizado.
La elección presidencial del Sr. Lugo en 2008 fue vista por muchos como un gran paso adelante para la democracia en Paraguay. Esta fue la primera vez en que el poder fue transferido de forma pacífica a un partido opositor, y marcó el final de décadas de un mandato corrupto como el del conservador Partido Colorado. Pero el tímido, y a veces extraño, Sr. Lugo era un improbable abanderado para una Paraguay modernizada. Un poco después de su toma de posesión, muchas mujeres se le acercaron para decirle que mientras él fue un sacerdote había sido padre de cuatro hijos, uno de ellos fruto de la relación con una menor de 16 años. Él ha reconocido a dos de ellos. El escándalo hizo que muchos de sus seguidores le perdieran el respeto.
Él los decepcionó más adelante por su fracaso, o incapacidad, en cumplir su promesa de campaña de distribuir las tierras. El Partido Liberal del Sr. Franco fue un aliado irregular. Los del Partido Colorado fueron feroces oponentes, acusando al Sr. Lugo de tener debilidad a raíz de las ocupaciones de tierras por parte de grupos radicales de campesinos y por las actividades criminales llevadas a cabo por pequeñas bandas guerrilleras. Para colmo de males, mucho de su período presidencial fue debilitado al tener que luchar contra un cáncer linfático.
Los gobiernos más estridentes de América Latina, encabezados por los de Venezuela y Argentina, dijeron que no reconocerían el gobierno del Sr. Franco. Venezuela dijo que paralizaría los envíos de petróleo subsidiado. Al ser animado por estos partidarios extranjeros, el Sr. Lugo abandonó su pasividad inicial, y llamó a las protestas para ser restituido en la presidencia. Él calificó a Horacio Cartes, un aspirante a candidato presidencial del Partido Colorado, como el líder de una conspiración en su contra. El Sr. Cartes, un hombre de negocios, es una figura controversial. Unos cables filtrados del Departamento de Estado en Washington, que datan entre 2007 y 2010, reportaban afirmaciones de que él y sus bancos eran responsables del “80% del lavado de dinero en Paraguay” de parte de traficantes de droga. Una investigación del Congreso de Brasil lo relacionó con el contrabando de cigarrillos. El Sr. Cartes negó las acusaciones calificándolas de una “estupidez risible”.
El destino del Sr. Lugo dependerá de la respuesta de Dilma Rouseff, presidenta de Brasil. Brasil es el socio comercial más grande de Paraguay, y su compra de electricidad desde Itaipú, la inmensa represa hidroeléctrica que comparten ambos países, representa la segunda exportación más grande de Paraguay. Muchos cientos de miles de residentes brasileros son responsables por mucha de la más grande exportación de Paraguay, los granos de soya. Brasil “condenó” la manera en que Lugo fue removido de su cargo, pero dijo que no impondría sanciones económicas. El Sr. Franco fue conciliador, ofreciendo garantías de que no tocaría los intereses de Brasil.
Los partidarios del Sr. Franco son belicosos. El embajador de Paraguay ante la Organización de Estados Americanos (OEA) dijo recientemente que su país estaría feliz de dejar el bloque comercial de MERCOSUR, cuyos resultados han sido decepcionantes. Él comparó sus amenazas con las de la Triple Alianza de Argentina, Brasil y Uruguay, quienes pelearan una guerra genocida en los años 1860. Al menos esta vez ni el Sr. Lugo ni sus oponentes han hecho un llamado para un derramamiento de sangre.
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Este es el resumen del artículo "Lugo abandonado" publicado en Junio 30, 2012 en la revista The Economist.
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