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La apuesta de Universal |
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| Algunos se preguntan si fue algo inteligente que Universal Music Group se jugara tanto dinero en la división de música grabada de EMI, que le compró a Citigroup por £1.2 mil millones (US$ 1.9 mil millones) en una subasta el pasado mes de noviembre. Fue demasiado para una firma que está en el segmento más débil de una industria que está batallando. Y los reguladores en EUA y Europa lo pueden hacer todavía más costoso. Aún se cuestiona si el acuerdo le daría a Universal Music, la mayor de las cuatro marcas principales, una injusta ventaja, permitiéndole absorber a las más pequeñas. Tomar la porción de mercado y el hermoso catálogo de EMI le dará a Universal una porción de un 40-50% de la mayoría de los mercados, según analistas. También le dará más de la mitad de los Billboard Top 100 hits, ubicándola en una fuerte posición negociadora con los distribuidores digitales.
Los reguladores se mueven con cautela. La Comisión Europea entregó una larga “declaración de objeciones” a principios de este mes y hasta que los "eurócratas" declaren su veredicto en septiembre, muchos predicen que Universal tendrá que vender gran parte de EMI, incluyendo Virgin Music y EMI Classics. Algunos esperan que eso obstruya los planes de las marcas de hacer dinero a partir del acuerdo. Universal tiene que pagarle a Citigroup US$ 1.75 mil millones en septiembre cualquiera sea el resultado. Estas barreras regulatorias son buenas noticias para los rivales de Universal, pero algunos se preguntarán por qué la empresa escogió redoblar la apuesta en un mercado tan devastado como el musical. Las ventas de música grabada cayeron a la mitad en la pasada década, bajar música de Internet es mucho más barato que los viejos CD, y en ocasiones hasta gratis. EMI está en bastante buena forma, pero Universal está obteniendo la parte del negocio más vulnerable a la tecnología disruptiva.
Para convencer a la gente de que la compra tiene sentido, Universal tendrá que enviar varios mensajes a la vez, y no todos coherentes. A los inversionistas, explicarles que la industria de la música está empezando a estabilizarse, y que una Universal mayor estaría bien situada para lograr una recuperación. A los reguladores, argumentarles que las marcas de grabación han sido invalidadas por los distribuidores digitales y la piratería, y que los minoristas de música les dictan los términos, por lo que ni siquiera el hacerse mucho mayores no les ayudará a reducir la competencia en el mercado de música. Y para cuadrar el círculo, explicar que la fusión es un esfuerzo por “invertir en el futuro de la industria”.
El plan no es recortar costos y mantener el catálogo de EMI, sino “descomponerlo” y mantenerlo como una compañía separada dentro de Universal. Lo describen como una forma de “hacer que la industria retorne a algún tipo de crecimiento”, y prometen trabajar con tantos nuevos distribuidores y plataformas como sea posible. El inconveniente está en que la industria tiene todavía que encontrar una forma de reemplazar las declinantes ventas de álbumes, porque las digitales están creciendo, pero son solo una fracción de lo que los CD solían generar. Para algunos, una Universal mayor se inclinaría a correr riesgos en nuevos modelos de negocios. Si encontrara uno, esto beneficiaría a las marcas de grabaciones y a los artistas. Pero otros conjeturan que el mamut musical se arrastrará, ordeñando sus fuentes de efectivo ya existentes y haciendo más difícil que un nuevo y potencialmente benigno distribuidor entre al mercado.
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Este es el resumen del artículo "La apuesta de Universal" publicado en Julio 21, 2012 en la revista The Economist.
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