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La cruzada de Álvaro Lamé por el teletrabajo en América Latina |
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| En la actualidad, el teletrabajo significa el ingreso principal de unos 100.000 uruguayos que venden servicios y productos a más de 54 países del mundo, ya sea en relación de dependencia o en forma independiente. Para el empresario Álvaro Lamé, su principal impulsor, el teletrabajo no solo es una industria sino la pata de una nueva economía en la que el papel impreso desaparecerá y los nuevos currículos se nutrirán de las calificaciones que hagan los clientes en la Web. Todo comenzó cuando en 2002, Uruguay vivió una crisis financiera muy intensa que llevó a tasas de desempleo por encima del 20% en un país de poco más de tres millones de habitantes, con un mercado interno muy reducido. Ello obligó a las personas a incursionar en nuevos modelos, pero entonces les era difícil visualizar que podían vender productos o servicios a todo el mundo y no había un uso tan intenso y natural de las tecnologías como ahora.
Con Netgate, su empresa de Internet, Lamé comenzó dictando charlas y conferencias basado en su idea de que la capacitación es la forma de superar las barreras, y dedicó muchos recursos a promover los casos de éxito en los medios de difusión masiva. La falta de conocimiento de lo que se podía hacer y de cómo hacerlo era una desventaja en ese momento. Se crearon talleres presenciales cortos de 4 horas para cada una de las distintas aplicaciones y un departamento de investigación y desarrollo de contenidos para la formación de las personas. En 2009 nació Epistele, plataforma para de e-learning especializada en Comercio Electrónico Personal y Teletrabajo, que basa su capacitación en la educación en línea, que para Lamé es la principal herramienta para formar a las personas en lo que respecta al teletrabajo, aunque cuando la situación lo requiere dictan talleres presenciales.
El teletrabajador es un trabajador independiente que vende servicios o productos propios o de terceros, hay un rango amplio de edad y es pareja la distribución por género. El 50% reside en el interior del país y el resto en la capital. No hay un perfil definido, hay artesanos, profesionales universitarios, intermediarios de productos, traductores o generadores de contenido. La gran diferencia con otros países es lo reducido del mercado uruguayo que obliga a buscar otros mercados. Para darles opciones a los teletrabajadores se fomentó el WiFi tanto en las plazas públicas como en los ómnibus de Montevideo, y el Plan Ceibal lleva distribuidas más de 500.000 computadoras. En 2010, Lamé encabezó el desarrollo de un programa piloto de formación en teletrabajo en Chile donde capacitaron a 7.000 personas y se transfirió conocimiento que les permitiera continuar el programa.
Para Lamé, es cuestión de tiempo que el trabajo a distancia se convierta en la principal forma de trabajo. La generación digital va a provocar el cambio porque ya se dio cuenta que puede vivir la vida de otra forma, en particular en cómo educarse y trabajar. Los retos son diferentes si el teletrabajo es con relación de dependencia o autónomo. En el primer caso se requiere marco regulatorio y es importante también flexibilizar las relaciones laborales, lo que pasa por cambiar las cabezas de quienes las manejan. El teletrabajo autónomo es solo cuestión de capacitación. Saber idiomas es una ventaja pero no un obstáculo. Es importante que cada uno pueda decidir. A los más jóvenes, les dice que para lograr el éxito primero hay que preparase para el sacrificio, ser un empresario exitoso no es gratis. Creer en su sueño, confiar en su intuición y rodearse de gente capaz, esas son las recomendaciones.
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Este es el resumen del artículo "La cruzada de Álvaro Lamé por el teletrabajo en América Latina" publicado en Septiembre 04, 2012 en la revista Knowledge @ Wharton.
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